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Literatura

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La carta de los intelectuales a Fidel Castro del 9 de abril de 1971 contenía un<br />

acto de fe en Cuba pero también una severa crítica a la perversión autoritaria de la<br />

revolución: “los abajo firmantes, solidarios con los principios y objetivos de la revolución<br />

cubana, se dirigen a usted para expresar su preocupación ante el arresto<br />

del poeta y escritor Heberto Padilla y para solicitar a usted se tenga a bien examinar<br />

la situación creada por dicho arresto. Considerando que el gobierno cubano no<br />

ha evacuado hasta el momento ninguna información sobre la materia, empezamos<br />

a temer el resurgimiento de un proceso de sectarismo más fuerte y más peligroso<br />

que aquel denunciado por usted en marzo de 1962 y al que el comandante Che<br />

Guevara hiciera alusión muchas veces cuando denunciaba la supresión del derecho<br />

de crítica en el seno de la revolución.<br />

“En momento en que se instaura un gobierno socialista en Chile y en que la<br />

nueva situación creada en Perú y Bolivia (golpes militares de generales de izquierda)<br />

facilita la ruptura del bloqueo criminal contra Cuba por el imperialismo<br />

norteamericano, el recurso a los métodos represivos contra los intelectuales y artistas<br />

que han ejercido el derecho a la crítica en la revolución no puede tener sino<br />

una repercusión profundamente negativa entre las fuerzas antiimperialistas del<br />

mundo entero, y más especialmente de la América Latina, donde la Revolución<br />

Cubana es un símbolo y una bandera. Agradeciendo de antemano la atención que<br />

usted se sirva dispensar a esta solicitud, reafirmamos nuestra solidaridad con los<br />

principios que guiaron la lucha en la Sierra Maestra y que el gobierno revolucionario<br />

ha expresado tantas veces a través de la palabra y la acción de su primer ministro,<br />

del comandante Che Guevara y de otros tantos dirigentes revolucionarios”.<br />

Las firmas fueron muchas: Carlos Barral (editor de la editorial Seix Barral),<br />

Simone De Beauvoir, Italo Calvino, Fernando Claudín (comunista español), Julio<br />

Cortázar, Jean Daniel (director de Le Nouvel Observateur), Marguerite Duras,<br />

Hans Magnus Ensenberger, Carlos Fuentes, Gabriel García Márquez, Juan<br />

Goytisolo, Alberto Moravia, Maurice Nadeau, Octavio paz, Rossana Rossanda,<br />

Claude Roy, Jan Paul Sartre, Jorge Semprún (ex jurado del premio Casa de las<br />

Américas y luego comunista echado del PC español por demócrata) y Mario<br />

Vargas Llosa, entre otros.<br />

La respuesta del gobierno nunca llegó directa pero sí indirecta. El gobierno<br />

preparaba la realización del primer gran encuentro de intelectuales y artistas en<br />

mayo. Por tanto, el arresto de Padilla parecía parte del escenario preparado por<br />

Fidel Castro para darle sentido, orientación y contenido al congreso cultural. En<br />

el discurso oficial, Castro se refirió con desprecio a los intelectuales que asumen<br />

actitudes críticas contra la Revolución. Se trataba de un discurso que seguía la<br />

línea del de 1961 a propósito del documental P.M. y del papel de Cabrera Infante<br />

en la apertura crítica de los medios del gobierno y en donde fijó el criterio autoritario<br />

de que “con la revolución, todo; contra la revolución, nada”. En 1971, Castro<br />

afirmó: “algunos (intelectuales) retratados aquí con lúcidos y nítidos colores hasta<br />

trataron de presentarse como simpatizantes de la revolución”. Pero había entre<br />

ellos más de un “pájaro de cuenta”.<br />

Castro perdió la medida del tema y habló de los intelectuales que estaban<br />

“locos de remate”, “adormecidos hasta el infinito”, “marginados de la realidad del<br />

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