Literatura
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Castro obligó a Padilla a salir al despoblado y a debatir nada menos que con la<br />
cúpula revolucionaria que había hecho la guerrilla para derrocar a Batista.<br />
La tesis policiaca de los colegas narradores y poetas de Padilla se basa en la<br />
caracterización del poemario Fuera del juego tenía que ver más con la ideología<br />
que con la creación. En los textos de Padilla “se realiza”, decía la UNEAC, “una<br />
defensa del individualismo frente a las necesidades de una sociedad que construye<br />
el futuro y significan una resistencia del hombre a convertirse en combustible<br />
social”. La argumentación de los sargentos de la policía del pensamiento castrista<br />
estaba basada en una incomprensión de las tareas del creador: como escritor y<br />
como intelectual. Cortázar se lo dijo a Collazos en 1969 en la revista Marcha: “un<br />
novelista semejante (refiriéndose a Mario Vargas Llosa) no se fabrica de buenas<br />
intenciones y de ninguna militancia política; un novelista es un intelectual creador,<br />
es decir, un hombre cuya obra es fruto de una larga, obstinada confrontación<br />
con el lenguaje que es su realidad profunda, la realidad verbal que su don narrador<br />
utilizará para aprehender la realidad total en todos sus múltiples contextos”.<br />
Muchos años después el escritor húngaro y ganador del premio nobel de literatura<br />
2002 Irmez Kremész lo resumiría con sencillas en un libro de conferencia<br />
sobre la literatura en los escritores que vivieron y padecieron el holocausto nazi<br />
contra los judíos: (localizar cita en su libro).<br />
A partir de la exigencia para practicar solamente una literatura que se apartara<br />
de la defensa del individualismo y se pusiera del lado de la sociedad que<br />
construye el futuro, los redactores del prólogo de la UNEAC concluyeron que el<br />
mensaje de Padilla en sus poemas trataba de fijar el criterio de que “el que acepta<br />
la sociedad revolucionaria es el conformista, el obediente. El desobediente, el que<br />
se abstiene, es el visionario que asume una actitud digna”. Así, seguía el prólogo<br />
oficial, Padilla “realiza un trasplante mecánico de la actitud típica del intelectual<br />
liberal dentro del capitalismo, sea ésta por escepticismo o de rechazo crítico”.<br />
Eso sí, los escritores oficiales se lavan las manos: “la Revolución Cubana no<br />
se propone eliminar la crítica ni exige que se le hagan loas ni cantos apologéticos.<br />
No pretende que los intelectuales sean corifeos sin criterio”. Sin embargo,<br />
el prólogo está redactado de tal manera que se condena al intelectual que ejerce<br />
la libertad de criterio y de pensamiento con su poesía pero es condenado por no<br />
privilegiar las tareas ideológicas de la Revolución Cubana en la cultura. Los ataques<br />
contra Padilla fueron justamente por no cantarle loas ni cantos apologéticos<br />
a los revolucionarios y a la Revolución. La presión oficial contra el jurado para<br />
evitar la asignación del premio ocurrió justamente porque el poemario de Padilla<br />
se apartaba de los cánones del arte oficial.<br />
La preocupación de los policías de la cultura y del pensamiento castrista se<br />
basó en la interpretación ideológica de algunos versos. El prólogo señaló: “al<br />
hablar de la historia como el golpe que debes aprender a resistir, al afirmar<br />
que ya tengo el horror / y hasta el remordimiento de pasado mañana y en otro<br />
texto decir sabemos que en el día de hoy está el error / que alguien habrá de<br />
condenar mañana, Padilla ve la historia como un enemigo, como un juez que<br />
va a castigar. Un revolucionario no teme a la historia, la ve, por el contrario,<br />
como la confirmación de su confianza en la transformación de la vida”. Este