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Quid Numero 71

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Ricardo Alfonsín y Eduardo Duhalde, como referentes<br />

de los partidos más tradicionales de la provincia de Buenos<br />

Aires. Se las hice yo, pero en el libro aparecen como que las<br />

realizó una periodista, la “China” Sureda. Les dije que serían<br />

parte de una novela y ellos respondieron de verdad qué opinan<br />

sobre la maldición de Alsina y la división de la provincia de<br />

Buenos Aires”, revela.<br />

Crear dos nuevas provincias a partir de la división del territorio<br />

bonaerense es idea de Sylvestre. Sería la garantía de que<br />

Rovira pudiese sortear dicha maldición y gobernar el norte<br />

de mayor peso político y económico, que propone denominar<br />

Vallimanca, nada ajeno a la propuesta de Lucas Llach y recogida<br />

por el radical Ernesto Sanz en la interna presidencial<br />

de Cambiemos en 2015, ni a la del camporista José Ottavis<br />

durante su mandato como legislador bonaerense.<br />

“El poder tiene una soledad y falta de certeza sobre el futuro<br />

tan angustiantes, que personajes como Sylvestre tienen fácil<br />

entrada”, vuelve sobre el tema. “Ahora hay nombres cool: equilibradores<br />

de energía, practicantes de new age. Pero siempre<br />

existieron: José López Rega, por ejemplo”.<br />

Claudia Piñeiro nos recibe en el departamento que comparte<br />

con su pareja frente al Botánico. En las repisas de la biblioteca<br />

y sobre una mesa ratona hay fotos suyas.<br />

“En política es una tendencia en todo el mundo: tanto<br />

Emmanuel Macrón –más a la izquierda– como Trump –más<br />

a la derecha– son construcciones que no vienen de estructuras<br />

tradicionales, con ideologías, sino detrás de otro éxito”, insiste.<br />

–Supongo que el hombre de la foto algo tiene que ver…<br />

Bueno, mi pareja es político y me habla de su trabajo, que<br />

tiene que ver con la política. Uno conoce las miserias, las traiciones,<br />

las lealtades, las amistades.<br />

–El jefe de la periodista Sureda, su personaje, le<br />

aconseja escribir historias necesarias. ¿Usted hace lo<br />

mismo? Las viudas de los jueves fue un éxito –vendió más de<br />

quinientos mil ejemplares– porque fue premio Clarín, porque<br />

José Saramago era jurado, porque María Marta García<br />

Belsunce había muerto semanas antes de ser publicada, pero<br />

algunos me dijeron que esa novela venía a contar algo que la<br />

gente quería que le contaran. Hasta entonces, quince años<br />

atrás, no todas las personas conocían a alguien que viviera en<br />

un barrio privado. Aquella historia vino a correr un velo. Se la<br />

llama literatura urgente y a veces tiene un envejecimiento más<br />

rápido. Antonio Tabbucchi, en Autobiografías ajenas, dice<br />

que son temas que están dando vueltas en el aire y el escritor<br />

logra captarlos y bajarlos en palabras.<br />

–Es una constante en sus novelas radiografiar la idiosincrasia<br />

de los sectores medio-altos y altos. ¿Por qué?<br />

Como dice Patricia Highsmith en su ensayo El suspenso,<br />

uno escribe mejor de lo que conoce; le es más verdadero. No<br />

me siento identificada con mis personajes, pero los veo moverse,<br />

les conozco el revés, la ropa interior. En Elena sabe escribo<br />

sobre alguien con párkinson. Una persona puede estudiar a<br />

otra con párkinson, pero hay detalles en profundidad de la protagonista<br />

que solo puede saber alguien que convivió con ella.<br />

Yo lo hice con mi mamá durante los últimos años de su vida.<br />

–A partir de su anterior novela, Una suerte pequeña,<br />

pareciera abordar un nuevo tópico: actos minúsculos<br />

que pueden modificar la vida de una persona. ¿Hay una<br />

discontinuidad de la saga de policial en su obra? Creo<br />

que el tópico al que hacés referencia siempre estuvo en novelas<br />

anteriores, aunque tapado por otros temas. En estas dos<br />

últimas son el núcleo de las historias. Por otro lado, mi único<br />

policial clásico en realidad fue Betibú. El resto fueron novelas<br />

en las que el policial se metió en el transcurso de la escritura.<br />

Novelas de personajes en las que se metía la muerte, el<br />

enigma y la búsqueda de la verdad, como en Elena sabe o Las<br />

viudas de los jueves. Sucede que el policial mismo amplió sus<br />

límites. Los dos últimos ganadores del Premio de Gijón, el más<br />

importante de novela negra, fueron Carlos Zanón con Yo fui<br />

Johnny Thunders y Marcelo Luján con Subsuelo. Ambos no<br />

son policiales clásicos, pero en ellos están presentes la violencia,<br />

el enigma, lo negro, lo duro de vivir en una ciudad...<br />

Si en las anteriores novelas la imagen que motivó a Claudia<br />

Piñeiro a escribirlas está al principio, en Las maldiciones ronda<br />

la mitad de la trama. Se trata de una conversación entre Fernando<br />

Rovira y Román Sabaté en una playa atlántica, en la que<br />

uno le exige al otro un sacrificio. Emerge entonces otro tópico<br />

que fluye a través de las páginas: el de las relaciones desiguales,<br />

que un personaje transeúnte alegoriza en la dialéctica hegeliana<br />

del amo y el esclavo.<br />

Las maldiciones también aborda una muerte enigmática, la<br />

paternidad y la masonería. Varias líneas detallan los símbolos<br />

de la logia presentes en la ciudad de La Plata. Su diseñador,<br />

Pedro Benoit, fue un masón que ganó la medalla dorada a<br />

la ciudad del futuro en 1889, cuando en París se festejaba el<br />

centenario de la revolución.<br />

Y recurre a la juventud, como en gran parte de su obra. Son<br />

chicos quienes develan la verdad en Las viudas de los jueves,<br />

en Las grietas de Jara y en Tuya. “En esta novela se insinúa<br />

que hay una esperanza a partir de ese niño, Joaquín. La sensación<br />

de que nos irá mejor, de que esta generación de infantes<br />

pueda cambiar las cosas. No en cinco años, cuando Rovira<br />

quizás sea presidente. Sino más adelante”.<br />

–¿Está convencida? Estoy esperanzada<br />

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