Quid Numero 71
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te das cuenta: “¡Mirá cómo lo pescaron!”. Un aprendizaje interesante<br />
es que si yo avanzo un poco menos, le dejo más aire al<br />
lector. Es un equilibrio delicado, porque me desagrada cuando<br />
no entiendo a un autor, me resulta hermético o enigmático.<br />
Entonces, no quiero generar eso como escritor. Me gusta<br />
cuando le tirás una pelota al lector no al pie, sino un metro más<br />
allá, hacia donde estaría bueno que fuera. Esas seguridades las<br />
fui logrando con el tiempo. A lo mejor algunos escritores las<br />
tuvieron siempre, yo no.<br />
–¿Cambió su vínculo con la lectura desde que es escritor<br />
profesional? Un poco sí, en el sentido de que miro las<br />
costuras de lo que leo. Mi abuela cosía muy bien; de chico,<br />
me llamaba la atención ver cómo las prendas son una cosa del<br />
revés y otra, cuando están del derecho. Por eso me viene esa<br />
imagen. Inevitablemente me fijo cómo están construidas y<br />
resueltas o no ciertas cosas. Salvo eso de reparar un poco más<br />
en la costura, creo que no perdí espontaneidad como lector.<br />
Me sigue interesando más leer que escribir, y no quisiera que<br />
por este trabajo perdiera lo que disfruto tanto. Sigo eligiendo<br />
mis lecturas con el mismo sentido (un poco caótico o de aluvión)<br />
que antes. Difícilmente me tome la tarea de tener que<br />
leer a tal autor o que sea necesario que lea a tal otro, ahora<br />
que soy escritor. Sigo basándome en las recomendaciones de<br />
mis amigos o en otras lecturas: leo a uno que habla de otro<br />
y allá voy o sale un libro nuevo de alguien a quien disfruté<br />
como autor y lo busco.<br />
–¿Qué es lo que más lo seduce de un relato? Que me<br />
cuente una historia. Eso que en su versión más módica y coloquial<br />
es: ¡No sabés lo que me pasó ayer! Si quien lo cuenta<br />
lo hace bien, es enormemente seductor saber qué le pasó.<br />
Lo que construye un buen narrador es el deseo del que está<br />
del otro lado, una suerte de: contame, pero demorámelo. El<br />
placer también es postergación, tiene esa cosa de morosidad.<br />
A mí me gusta cuando no quiero terminar de leer, pero no<br />
puedo evitar hacerlo. Cuando cierro el libro, la historia me<br />
sigue seduciendo: sé que cuando termine mi día, y como premio,<br />
mientras todos duermen yo voy a poder seguir leyendo.<br />
–¿Tiene algún rito como lector? Para mí el mejor momento<br />
de la lectura es la noche. Como mi mujer se queja del velador,<br />
en este último tiempo me pasé al libro electrónico, pero no es<br />
lo mismo. A lo mejor, en el momento exacto de la lectura, cuando<br />
estoy metido en la página, más o menos va, pero después<br />
no puedo evitar la sensación de que el libro no está en ningún<br />
lado, y termino por comprarlo para tenerlo en la biblioteca.<br />
–¿Les sigue mostrando sus textos inéditos a sus amigos<br />
y su mujer o ya no necesita esas miradas? Me gusta que<br />
mis primeros lectores sigan siendo esas cuatro o cinco personas<br />
de siempre. Para mí es importante que me lean y que<br />
me critiquen, aunque ya sé que no van a hacerlo lo suficiente.<br />
Conozco con qué bueyes aro: lo que ellos digan de bueno<br />
lo tengo que dividir por cuatro y lo que insinúen de malo lo<br />
tengo que multiplicar por ocho.<br />
Antes de enviar La noche de la Usina al Premio Alfaguara y<br />
con la fecha de entrega muy próxima, se los pasé a mis amigos.<br />
Es una historia que tiene algo de<br />
policial: hay un robo, un sistema<br />
de alarmas… En un asado en<br />
casa, uno de estos amigos lectores,<br />
que es ingeniero, me dijo que<br />
le encantó el libro (yo divido por<br />
cuatro), pero que no entendía por<br />
qué la banda de asaltantes hacía A<br />
en lugar de B, porque era mucho<br />
más complicado A que B. Yo le di<br />
una serie de justificaciones: “No<br />
pueden hacer lo que vos sugerís<br />
por esto y por aquello”. Él me<br />
contestó: “Sí que pueden. Estás<br />
equivocado”.<br />
Yo me quedé pensando, puse las<br />
brasas y me di cuenta: “¡Qué hijo de puta, tiene razón!”. En un<br />
policial no puede pasar eso, una de las cuestiones del género<br />
es que es un laberinto con una sola salida. Resultado: me pasé<br />
el asado con una cara de este tamaño (lleva sus manos en dirección<br />
al piso). Mi amigo no sabía cómo disculparse, aunque<br />
yo le aclaré que estaba bien lo que había hecho. Pasé tres<br />
noches sin dormir, arreglando el libro como quien rompe una<br />
pared en siete lugares distintos, compone y después tiene que<br />
volver a tapar todo, pintar y entregar antes del 31 de diciembre.<br />
¡Qué trabajo!<br />
–Finalmente ganó el premio. ¿Soñaba mucho con eso?<br />
La verdad que sí, me generaba mucha ilusión. Me había<br />
presentado en dos oportunidades, con Aráoz y la verdad y<br />
con Papeles en el viento. Yo descubrí el Premio Alfaguara,<br />
leyendo Premios Alfaguara. Pensaba: “Está bueno, premian<br />
buenos libros”. Además, como el libro ganador se publica en<br />
España y en América Latina, da una visibilidad muy interesante.<br />
Después te puede ir mejor o peor, pero tenés la chance.<br />
Yo había participado en un premio importante, cuando<br />
El secreto de sus ojos ganó un Oscar, pero no es un premio<br />
literario, es de cine.<br />
–Y ahora, ¿cuál es su sueño como escritor? Que Independiente<br />
gane la octava Libertadores. Mejor: que se<br />
me sigan ocurriendo historias, seguir publicando, que a los<br />
lectores les guste acompañarme y que Independiente gane<br />
la octava Libertadores. Lo voy a poner en ese orden, para<br />
quedar como un escritor serio.<br />
–¿Qué representa el fútbol para usted? Es el juego que<br />
mejor conozco, nada más y nada menos. ¿Para qué sirve el<br />
juego? Para simplificar la vida. Hay un montón de cosas que<br />
uno no puede abarcar, pensar o entender. Entonces, las llevás<br />
a un terreno acotado y limitado como es el juego, en el que<br />
las categorías son sencillas, las reglas son pocas y los objetivos<br />
son mínimos. Tiene esta capacidad de reproducción permanente<br />
(perdiste. ¿Es terrible? No, porque volvés a jugar). Es<br />
como una vida en pequeña escala que carece del dramatismo<br />
de la vida real y te permite entender un montón de cosas de<br />
lo que realmente importa, que no es el fútbol sino la vida<br />
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