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Quid Numero 71

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convirtieron en una especie de criatura mitológica, un gigante<br />

vivo, con sus paredes que transpiraban, como el público<br />

que se movía libre en su abrazo oscuro.<br />

Sus inicios fueron difíciles al igual que sus veinte años de<br />

existencia durante los que sufrió clausuras, batallas contra<br />

los vecinos del barrio y con la policía que tenía una presencia<br />

casi constante en su puerta. La intención de Omar Chabán<br />

y Katja Alemann, cuando encararon ese titánico proyecto,<br />

era unir la disco New York City con el Teatro San Martín de<br />

Kive Staiff. Pero Cemento se convertiría en un búnker de<br />

resistencia cultural, en palabras del Indio Solari: “Un lugar<br />

donde todos los extraviados fuera de los límites de las convenciones<br />

que gobernaban la cultura encontraron la atmósfera<br />

apropiada para descorchar sus bellezas”.<br />

Cemento abrió el 28 de junio de 1985 contra viento y marea<br />

casi literalmente, ya que su dueño, Omar, estaba colgado<br />

del techo bajo una lluvia torrencial tratando de arreglar el<br />

tinglado mientras su socia y pareja entraba a la fiesta en una<br />

carroza tirada por caballos. El piso aún no estaba terminado,<br />

muchos se embarraron y perdieron sus zapatos. Aquella<br />

mítica noche, el under porteño encontró su espacio sagrado,<br />

donde nada ni nadie era raro, donde todo estaba permitido y<br />

donde el rock, el teatro, la danza, la poesía y el arte formaban<br />

un gran bloque de resistencia. Esa olla a presión, que era la<br />

cultura del momento, estalló en Cemento.<br />

En esas noches se podía ver a Luca Prodan, acodado a la<br />

barra o subiendo a escena para acompañar a quien estuviera<br />

tocando, mientras Batato Barea, frente a todos, hacía pis<br />

en una pelela y se acostaba a dormir. El teatro under de la<br />

Organización Negra, precursores de Fuerza Bruta y De la<br />

Guarda, regalaron postales indelebles, delirantes y perturbadoras,<br />

como topadoras atravesando el mítico portón negro<br />

en plena fiesta o personajes atrapados en crisálidas de bolsas<br />

de basura, retorciéndose entre la gente. El grupo incomodaba<br />

al público a toda costa, ya sea con actores disfrazados,<br />

persiguiéndolos u obligándolos a desnudarse antes de entrar.<br />

Todos aceptaban las reglas del juego y se animaban a una<br />

experiencia inolvidable.<br />

Con los años, el rock comenzó a inclinar la balanza y se convirtió<br />

en el primordial ingreso, aquel con el que se lograba pagar<br />

el alquiler de ese monstruo macizo de 1500 metros cuadrados.<br />

Así fue como un tipo que no escuchaba ni le interesaba el<br />

rock se convirtió en referente y su espacio, en el templo.<br />

Algunos describen a Omar Chabán como un empresario de la<br />

noche sin escrúpulos, tal como lo describe la canción “Quiero<br />

dinero”, de Sumo. Sin embargo, muchos de los músicos que<br />

tocaron asiduamente en Cemento coinciden en que daba<br />

oportunidades a muchas bandas y que los alentaba a seguir<br />

haciendo recitales, cuando no lograban la cantidad de público<br />

esperado. “La próxima recuperamos”, solía decir y reprogramaba<br />

las fechas para unas semanas después, con más difusión<br />

para que todos pudieran recuperar el dinero invertido.<br />

Para las bandas pequeñas, tocar en Cemento por primera vez<br />

era un rito iniciático, un sueño hecho realidad, ya que era el<br />

escalón intermedio entre tocar en un bar y llegar al estadio<br />

de Obras. Cemento fue testigo de la transición en las carreras<br />

musicales de todos. Muchos aún tenían otros trabajos, cuando<br />

empezaron a tocar allí. Tal es el caso de “Chizzo”, de La<br />

Renga, que se iba a destapar cañerías sin dormir después de<br />

sus primeros shows o “Roy” Quiroga, baterista de los Ratones<br />

Paranoicos, quien, después de tocar, se iba a preparar los<br />

termos de café que vendía en un shopping de Liniers.<br />

Cemento también fue el celestino de muchas bandas que se<br />

formaron bajo su techo. Una de estas fue Miranda, que se<br />

encontró gracias a Clásico Amoral, un espectáculo creado<br />

por Chabán, donde Alejandro Sergi era musicalizador y<br />

Juliana Gattas cantaba jazz.<br />

En Cemento había espacio para todos, géneros como el<br />

punk o el heavy metal, que tenían problemas para encontrar<br />

lugares donde tocar, encontraban en Estados Unidos 1234 las<br />

puertas siempre abiertas. Así se llevaron a cabo los maratónicos<br />

festipunks, donde podían llegar a verse más de quince<br />

bandas en un día por un mínimo precio como entrada. En<br />

aquellas veladas, que arrancaban a las seis de la tarde y no se<br />

sabía muy bien cuándo terminarían, compartieron escenario<br />

las bandas más ignotas e improvisadas con el dream team del<br />

punk nacional de los noventa: Dos Minutos, Cadena Perpetua,<br />

Superuva y Flema, entre otros.<br />

Los shows fueron miles y las anécdotas, millones. Entre todas<br />

aquellas noches hay algunas que quedaron en la historia, como<br />

la presentación de Gulp de Los Redondos o las actuaciones de<br />

Damas Gratis y de La Mona Jiménez, cuando este casi no<br />

daba shows en Buenos Aires. Cuenta la leyenda que el cuartetero<br />

fue advertido por Fito Páez sobre los posibles escupitajos<br />

que recibiría por parte del público punk en señal de cariño y<br />

aceptación y que más tarde, con los rulos llenos de saliva, le<br />

dijo: “Si esto es amor, me cago en el amor”. Eso no le impidió<br />

dar un show de cuatro horas con el que se ganó el respeto del<br />

público del rock para siempre.<br />

Cada músico tiene su anécdota inolvidable en aquel espacio.<br />

Sebastián Cavalletti, ex baterista de La Mancha de<br />

Rolando, recuerda haber hecho un asado durante un recital y<br />

dar vuelta los chorizos entre tema y tema. Horacio Oscar<br />

“Gamexane” Villafañe, de Todos Tus Muertos, rememoraba<br />

con nostalgia la vez en que encontraron el champagne<br />

de Chabán y se tomaron seis botellas antes de una prueba de<br />

sonido que, por demás está decir, fue un desastre.<br />

La importancia de este espacio excede por completo la mística<br />

rockera o la trascendencia como usina cultural. Cemento fue<br />

un refugio para los que venían silenciados y escondidos por el<br />

miedo y la censura durante la dictadura militar; para los<br />

excluidos y desempleados que intentaban sobrevivir a las<br />

políticas neoliberales gobernantes de los 90 y para los desesperados<br />

y resignados que veían arder en llamas a su país y a su<br />

futuro a principio de 2000. Esas tres generaciones de jóvenes,<br />

que solo tenían en común el desamparo, recuerdan a Cemento<br />

con una nostalgia única que solo se puede sentir cuando se<br />

tuvo el cobijo protector de un gigante de concreto<br />

LISANDRO CARCAVALLO:<br />

UN ROCKERO CONTRA EL OLVIDO.<br />

Lisandro Carcavallo, director de Cemento: El documental,<br />

logró con su película despertar la nostalgia rockera colectiva<br />

y así reivindicar una usina cultural que había quedado en<br />

el olvido. El documental se estrenó en el marco del Bafici, en<br />

una velada inolvidable en la que el gigante dormido despertó<br />

por una noche y en un festival de recuerdos, la puerta de<br />

Estados Unidos 1234 volvió a ser un punto de encuentro.<br />

–¿Cómo surge el proyecto? Hay dos motivos. Fue fundamental<br />

el haber ido a Cemento para poder contar la historia.<br />

Siempre me sentí muy identificado y sentía que sabía cómo<br />

contarla. Después, lo terrible que me resultó que Cemento<br />

sea un estacionamiento. Es una reivindicación que considerábamos<br />

muy necesaria.<br />

–Cemento fue borrado de la historia. ¿Cree que tiene<br />

que ver con su historia particular por su vinculación con<br />

Chabán y Cromañón? Sí, creo que el fin de Cemento se dio<br />

porque tenían el mismo dueño. Sin embargo, creo también<br />

que cumple el destino de muchos de nuestros lugares. Generalmente,<br />

a nuestros sitios culturales no se los respeta.<br />

–Suele pasar a la hora de hacer un documental que<br />

comienza el proyecto con una idea y después, con el<br />

correr de la investigación, aparece algo diferente. ¿Le<br />

pasó? Me pasó que me decían: “No sabés lo que era Cemento<br />

en la época de las performances”. Pensé que exageraban.<br />

Cuando me encontré con el archivo no lo podía creer. Ver a<br />

dos tipos luchando con tiras de asado. Increíble.<br />

–¿Tiene alguna anécdota favorita sobre Cemento de las<br />

que le hayan aparecido en la investigación? Una genial,<br />

cuando a Marito, portero, sereno y figura clave de Cemento,<br />

la primera noche le piden un destornillador en la barra, va a<br />

la caja de herramientas y le da al cliente un Phillips.<br />

–¿Alguna anécdota propia en Cemento? Ahí fue la única<br />

vez que perdí el conocimiento. Estaba en un festival que<br />

se llamaba Caos 69, donde tocaban un montón de bandas y<br />

cerraba Horcas. Tocaba Mauma, una banda que me encantaba.<br />

Haciendo mosh, no sé en qué momento volé y aparecí<br />

desmayado del otro lado de la valla. Cuando abrí los ojos,<br />

estaba el cantante tirándome de la mano para ayudarme a<br />

levantarme.<br />

–¿Cree que es posible la existencia de un Cemento<br />

hoy? Hoy estamos lejos de que haya un Cemento. Sin dudas,<br />

estuvo en el momento indicado.<br />

–También la escena cambió mucho. Sí, todo cambió.<br />

Antes te enterabas de un show por un flyer o porque te recomendaban<br />

una banda. Había que moverse para conocer el<br />

ambiente del rock. A un lugar como Cemento lo tenías que<br />

descubrir. Hoy es diferente. Creo que eso hizo que cierto<br />

espíritu se pierda. Tal vez somos nostálgicos, creo que porque<br />

conocimos ese aspecto que es muy distinto al de ahora.<br />

Igual, hoy en día, hay bandas enormes como Los Espíritus<br />

o Los Rusos Hijos de Puta, que están buenísimas. Creo que<br />

tenemos que estar muy orgullosos del under que tenemos,<br />

porque es magnífico.<br />

–El rock es un mundo al que se accede después de un<br />

rito de iniciación, un momento en que descubrís tu<br />

identidad. ¿Cuál fue el suyo? ¿Fue en Cemento? Creo<br />

que empezó antes de ir a un recital. Me acuerdo que vino<br />

un amigo y me dio un casete copiado, cuando tenía 10 u 11<br />

años, que solo decía álbum negro en la etiqueta. (Álbum<br />

Metallica de la banda homónima, que tiene la portada completamente<br />

negra). Puse ese cassette y me cambió la vida.<br />

A partir de ahí, fue un camino de ida. No volví más<br />

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