Revista UNM 2016

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Fiorello, el criado del conde de Almaviva, y el sargento
del batallón, son dos personajes secundarios, de
breves pero importantísimas participaciones, y
fueron encarnados apropiadamente por Javier
Flores, desbordando gracia y encanto, en perfecta
concordancia con lo planteado por Rossini.
El coro de voces masculinas dirigido por el
maestro Antonio Paz, representó a los soldados, y
desbordó cómica disciplina de actuación junto a un
Wilson Hidalgo y Angela Sevilla
dosificado y gradual caudal sonoro que contribuyó
a incrementar el perfil de los momentos cumbres,
en los finales del primer y del segundo acto.Ambos
actos concluyen con concertati, llenos de adornos
y fiorituras que requieren suma precisión de los
cantantes y de la orquesta a la vez que un cuidadoso
balance sonoro. Fueron hábilmente dirigidos por el
maestro Pagliari y destacaron “Fredda ed immobile
come una statua” al final del primer acto y “Don
Basilio! ... Cosa veggo!” y “Di sìfelice innesto”, al
finalizar la ópera.
Todos los participantes aportaron creatividad y
dominio de escena y fueron material dúctil para
la puesta concebida y dirigida por Marco Miguel
Ravines, una propuesta rebosante de frescura y
agilidad que arrancó sonoras carcajadas al público.
El vestuario, sencillo y desenfadado, fue una creación
y realización de Dania Granda. La puesta en escena,
con la sobriedad que impone nuestro reducido
presupuesto, pero ayudada por un inteligente y
creativo manejo de la iluminación, a cargo de Jorge
Wilson Hidalgo (Don Bartolo) y Fernando Vizcarra (Don Basilio)