Edicion 20181002

G e n te
Página SIETE M a r te s 2 de octubre de 2018
ge n te @ p a g i n a s i e te . b o
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Yolanda Rojas y Rolando Vargas, una de las familias que se dedican a la zafra.
Flora Ribero procesa la yuca con la ralladora mecánica.
Transformación de
la caña y la yuca
Los nietos mayores cargan un
atado de caña al que le llaman jase.
Éstos se introducen a la máquina,
uno por uno, y extrae el delicioso
refresco tan dulce que casi
siempre está rodeado de abejas.
El líquido lo introducen en botellas
de dos litros. Cada una
cuesta 10 bolivianos. Mientras
que la miel, que se tarde cuatro
horas más, está a 20.
Luego se puede hacer empanizado,
un bloque de caña que tiene
la forma de un adobe cuadrado
también conocido en otros lugares
como chanchaca.
Para eso, se hecha la miel a un
turril y en una ahora aproximadamente
llega a su punto. Con la
ayuda de una espátula, se bate
para que tenga una textura espesa
y se hecha a unos moldes hechos
por palos de madera.
Una vez que estos secan, Yolanda
Rojas, que es experta en el proceso,
saca los moldes con cuidado
de que éstos no se desportillen.
Con cada uno de estos procedimientos,
se obtiene 20 empanizados.
La unidad la ofrecen a 12
boliv ianos.
La familia de Rolando no sólo
se dedica a la siembra de la caña,
sino también a la yuca, plátano,
maíz y arroz, entre otros.
Al igual que Flora Ribero quien
vive en la comunidad de Santa
Rosa del Apere que además sembrar
yuca tiene también toronja,
naranja y mandarina y otros productos
como el coco, cacao, plátano
y camote, entre otros.
Santa Rosa del Apere es una de
las comunidades que se benefició
de una ralladora de yuca. Antes,
con el sistema tradicional molían
10 quintales de yuca en dos días y
ahora lo hacen en una hora. Así
obtienen con mayor facilidad el
chivé, un producto típico del Beni
que los sirven en varias comidas
y lo toman en refresco.
Un joven carga un atado con caña para luego procesarlo en el trapiche mecánico.