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EN LA<br />
CIMA DE<br />
ÁFRICA<br />
Hacer trekking en el Kilimanjaro en Tanzania es lo más alto<br />
a donde podés llegar sin crampones, y es algo posible<br />
para los simples mortales – con un poco de esfuerzo y<br />
mucha motivación<br />
TEXTO SARAH BAXTER<br />
La llamada para despertarse la hicieron un<br />
poco antes de la medianoche – pero no la<br />
necesité. Apenas había podido cerrar los ojos.<br />
Una parte de mí se sentía aliviada de que<br />
finalmente había llegado el momento: quería<br />
terminar con esto de una vez por todas. Otra<br />
parte no podía pensar en nada peor. No quería<br />
levantarme porque más allá de la seguridad de mi<br />
bolsa de dormir, afuera de esa carpa, el aire era<br />
heladamente frío, irritablemente escaso, y se<br />
presentaba un futuro lleno de peligros.<br />
Finalmente, armándome de valor, abrí mi tibio<br />
capullo y salí a enfrentarme a mis miedos.<br />
Después de haber subido tres cuartas partes del<br />
Kilimanjaro, era hora de hacer el esfuerzo final<br />
hacia la cima.<br />
Cuatro días antes había partido como miembro<br />
de un grupo de diez entusiastas trekkers,<br />
acompañado por un equipo de por lo menos 34<br />
personas. Este séquito obscenamente numeroso<br />
de porteadores, cocineros y guías debía llevarnos<br />
hasta la cima de África.<br />
El Kilimanjaro no es como las otras montañas.<br />
Con una altura de 5.895m, es el pico más alto del<br />
continente.<br />
Es la cumbre más grande del mundo que se<br />
eleva aislada y enorme desde las planicies de<br />
Tanzania. Es la combinación de la inmensa<br />
subida con relativa accesibilidad lo que la hace<br />
única. No se requiere de habilidades o técnicas de<br />
escalamiento para llegar a la cumbre, así que el<br />
Kilimanjaro seduce con la posibilidad: cualquier<br />
mortal podría llegar a la cima. Donde “podría” es<br />
la palabra clave…<br />
Se estima que alrededor del 35 por ciento de los<br />
aproximadamente 30.000 trekkers que suben las<br />
laderas del Kili cada año no pueden llegar al Pico<br />
Uhuru (“Libertad”), el punto más alto de la<br />
montaña. “Mucha gente abandona desde el<br />
comienzo”, dice Samuel, nuestro guía principal<br />
mientras nos ponemos en marcha pole pole<br />
(despacio despacio) a lo largo de la ruta Machame,<br />
el camino más popular y panorámico de los siete<br />
senderos principales de la montaña. “La gente ve<br />
al Kilimanjaro y piensa, “Yo puedo hacerlo””.<br />
Muchos son vencidos por las vertiginosas alturas.<br />
Por lo general el mal de altura ataca por encima<br />
de los 2.500m, y una gran proporción de<br />
escaladores sienten algunos efectos, desde falta<br />
de aire, dolores de cabeza y náuseas hasta<br />
vómitos y confusión, y esto puede ser fatal. El Kili<br />
es un “desafío manejable” pero definitivamente<br />
no es uno que se pueda tomar a la ligera.<br />
Nuestro primer día fue bastante duro, no<br />
debido a la altitud – el punto de partida<br />
estaba a aproximadamente 1.700m – sino<br />
por el desmoralizante chaparrón. Aunque no daba<br />
quejarse. Yo solamente subía con una mochila<br />
pequeña, mientras que los porteadores avanzaban<br />
rápidamente cargando miles de cosas desde latas<br />
de parafina hasta mesas y sillas plegables.<br />
Después de unas seis horas de caminar a través<br />
de la selva tropical – el agua goteaba desde las<br />
hojas de los árboles y convertía el sendero en algo<br />
parecido a un milkshake de chocolate – llegamos<br />
a nuestro campamento a 3.200m. Todo estaba<br />
empapado, salvo nuestro espíritu. No hay nada<br />
que pueda unir más a un grupo que compartir un<br />
objetivo en común además de las funciones<br />
corporales (la flatulencia es una curiosa<br />
consecuencia de la aclimatación a la altura).<br />
Nos amontonamos y reímos en la carpa para<br />
cenar, comiendo popcorn y pasta, escuchando las<br />
suaves canciones en Swahili de nuestros guías<br />
flotando en el medio de la llovizna.<br />
Los días siguientes seguían una rutina. Las<br />
mañanas implicaban 20 minutos en donde debía<br />
autoconvencerme de abandonar mi bolsa de<br />
dormir, un “baño” rápido (pasándote una toalla<br />
húmeda), empacando y volviendo a empacar, y un<br />
gran desayuno.<br />
PHOTOGRAPH: PHILIP LEE HARVEY<br />
36<br />
<strong>Agosto</strong> <strong>2019</strong>