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Entrelíneas 111

Publicación semanal elaborada por los estudiantes de la asignatura de Producción de Contenidos en Tiempo Real de la Carrera de Periodismo (Universidad de Concepción, Chile).

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OPINIÓN<br />

EL PROBLEMA NO ES LA HERRAMIENTA<br />

por Héctor Miranda.<br />

Autotune no tiene la culpa de la decadencia<br />

que atraviesa la industria musical. De hecho,<br />

ningún afinador digital la tiene, si bien<br />

los dardos siempre van en contra del software<br />

producido por Antares.<br />

Hoy en día se habla de una calidad a la baja en<br />

cuanto a las creaciones musicales. No obstante,<br />

el uso de fórmulas para componer hits, la lógica<br />

mecanicista que impera en la producción y los<br />

industry’s plants siguen inalterables.<br />

Los autodenominados músicos de verdad<br />

despotrican en contra de los impíos que no saben<br />

dar notas precisas con sus discretas voces y que<br />

requieren de un robot que los corrija. Es el mismo<br />

razonamiento con el que los artistas de conservatorio<br />

tratan de incultos a los autodidactas.<br />

Ante mis ojos, o mis oídos, el problema de<br />

fondo es que los músicos se creen más importantes<br />

que las canciones. Así como el género urbano se<br />

preocupa más por la apariencia que por cualquier<br />

otro elemento, los puristas azotan sus cabezas en<br />

busca de una prolijidad carente de vida.<br />

El a priori verdadero músico critica al que a<br />

sus ojos no lo es porque canta con la ayuda de un<br />

robot, mientras él mismo practica incansablemente<br />

para alcanzar la afinación de la máquina, para lograr<br />

convertirse en ella.<br />

¿Está mal entonces que se llame cantante a<br />

alguien que, en realidad, no canta? Quizá. Pero lo<br />

importante siempre será hacer buenas canciones. Y<br />

si se hacen con la ayuda de la tecnología, bienvenido<br />

sea. Si no, pregúntenle a los músicos electrónicos.<br />

Por lo demás, la música pop está acostumbrada<br />

a la ayuda de terceros. Y es que si las canciones<br />

de este género suenan en su mayoría similares<br />

es porque existe un puñado de personas que se<br />

dedican exclusivamente a componer temas para<br />

otros músicos. Pero ahí nadie dice nada. Si no<br />

se debe llamar cantante a alguien que no canta<br />

afinado entonces no llamemos artistas a quienes<br />

únicamente son intérpretes.<br />

Finalmente, esto tampoco se trata de<br />

hacernos los tontos. No se puede desconocer el<br />

bajo o, derechamente, nulo compromiso de los<br />

reggaetoneros hacia su público. Basta con ver<br />

alguna de sus presentaciones en vivo, que son en<br />

su mayoría un robo. No tienen música en directo y<br />

hacen playback. Sus seguidores se gastan fortunas<br />

para verlos fingir. Pero este es un problema que nada<br />

tiene que ver con las voces afinadas digitalmente. El<br />

problema no es la herramienta; es el modo en que<br />

se las utiliza.<br />

TIEMPOS ECOLÓGICOS DE JUDAS<br />

por Javiera Díaz.<br />

Vivimos en la sociedad de predicar pero no<br />

practicar. Usualmente vamos al supermercado<br />

por las compras diarias, llegamos a la caja y<br />

nos preguntan: ¿trae su bolsa? Asombrados y un<br />

tanto perplejos asentimos con la cabeza y sacamos<br />

nuestra bolsa eco friendly. Acto seguido, vamos al<br />

Juan Maestro a comer un sándwich con cubiertos<br />

de plástico, porque olvidamos nuestro servicio en<br />

la casa y además le añadimos un vaso desechable<br />

de bebida que tiramos a la basura como si nada.<br />

Lo más curioso es que sí asistimos a las limpiezas<br />

de playas o marchas por un planeta verde. La doble<br />

moral es evidente. Por añadidura y no conformes<br />

con esta hipocresía, vamos al Versluys y compramos<br />

sabrosos pasteles cubiertos de dúctil. Entonces, ¿de<br />

qué conciencia estamos hablando?<br />

En estricto rigor, considero que estamos<br />

acostumbrados a dar cátedras morales, pero no<br />

reflejamos nuestro discurso en lo que hacemos.<br />

En otras palabras, pretendemos guiar nuestro<br />

comportamiento hacia acciones éticamente<br />

correctas, pero hacemos lo contrario. De este<br />

modo, la nula responsabilidad medioambiental<br />

la intentamos compensar con medidas tan cínicas<br />

como llevar nuestra bolsa al minimarket, pero<br />

preferir alimentos repletos de envoltorios.<br />

De la misma manera, otro factor importante es<br />

que la sociedad actual opera bajo la lógica de que<br />

si no es ley, no se cumple. Claro ejemplo de aquello<br />

es que retiraron las bolsas plásticas y por obligación<br />

debemos llevar una. Cabe preguntarse de quién es<br />

el problema. ¿Somos nosotros? Es necesario que se<br />

incorporen en los planes de estudio un programa<br />

robusto respecto a políticas ambientales para cultivar<br />

una mente amigable con el ecosistema. Asimismo,<br />

es más que urgente un cambio de mentalidad en<br />

conocer las repercusiones que generan nuestros<br />

actos y a la vez reflexionar sobre qué estamos<br />

haciendo mal y mejorar. Por consiguiente, resulta<br />

esencial desarrollar un pensamiento crítico desde<br />

niños para ser unos adultos responsables y darles<br />

un hogar limpio a las futuras generaciones.<br />

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