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ROBERT T. KIYOSAKI
En mi propia vida he notado que mis victorias generalmente siguen a mis derrotas.
Antes de finalmente aprender a andar en bicicleta, me caí muchas veces. Jamás he
conocido a un jugador de golf que nunca haya perdido una pelota. Nunca he conocido a
alguien que se haya enamorado sin que antes haya quedado con el corazón destrozado. Y
nunca he conocido a alguien que sea rico y que nunca haya perdido dinero.
Así que para la mayoría de la gente, la razón por la que no ganan desde el punto de
vista financiero es porque el dolor de perder dinero es mucho más grande que la alegría de
ser rico. Otro dicho de Texas es: "Todos quieren ir al cielo, pero nadie quiere morir." La
mayoría de la gente sueña con volverse rica, pero está aterrada de perder dinero. Así que
nunca van al cielo.
Mi padre rico solía contarnos historias a Mike ya mí sobre sus viajes a Texas. "Si
realmente quieres aprender la actitud de cómo manejar riesgo, pérdida y fracaso, ve a San
Antonio y visita El Álamo. El Álamo es una gran historia de personas valientes que
prefirieron luchar, sabiendo que no había esperanza de éxito contra posibilidades
abrumadoras. Escogieron morir en vez de rendirse. Es una historia inspiradora, digna de
estudio; sin embargo, sigue siendo una trágica derrota militar. Les dieron una patada en el
trasero. Un fracaso, si ustedes quieren. Ellos perdieron. ¿ Y cómo manejan los tejanos su
fracaso? Todavía gritan: "Recuerden El Álamo."
Mike y yo escuchamos muchas veces esa historia. Siempre nos contaba esa historia
cuando estaba a punto de celebrar un trato importante y estaba nervioso. Después de haber
hecho su investigación previa y era el momento de tomar una decisión, nos contaba esa
historia. Cada vez que tenía miedo de cometer un error o de perder dinero, nos contaba
esa historia. Le daba fuerza, porque le recordaba que siempre podía convertir una pérdida
financiera en una ganancia financiera. Mi padre rico sabía que el fracaso sólo lo haría ser
más fuerte y más inteligente. No es que quisiera perder; sólo sabía quién era él y cómo
aceptaría una pérdida. Aceptaría una pérdida y la convertiría en una ganancia. Eso es lo
que hacía que él fuera un ganador y los otros fueran perdedores. Le daba el valor para
cruzar la línea cuando los demás habían retrocedido. "Por eso me gustan tanto los tejanos.