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LECCIÓN 1: LOS RICOS NO TRABAJAN POR DINERO
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La lección comienza:
“Les pagaré 10 centavos por hora.”
Incluso de acuerdo con los estándares de salarlo de 1956,
10 centavos por hora era poco.
Michael y yo nos reunimos con su padre esa mañana, a las ocho. Él ya estaba ocupado y
había estado trabajando por más de una hora. Su supervisor de construcción estaba
marchándose en su camioneta cuando llegué a la casa sencilla, pequeña y ordenada. Mike
me recibió en la puerta.
-Mi papá está en el teléfono y nos pide que le esperemos en el porche trasero.
El viejo piso de madera crujió cuando atravesé el umbral de esa casa vieja. Había
un tapete barato a la entrada. El tapete estaba allí para ocultar los años de uso de
incontables pisadas que el piso había soportado. Aunque estaba limpio, necesitaba ser
reemplazado. Me sentí claustrofóbico cuando entré a la angosta estancia, que estaba llena
de muebles viejos y enmohecidos que hoy en día serían piezas de colección. Dos mujeres,
un poco mayores que mi madre, estaban sentadas en el sofá. Con ellas estaba sentado un
hombre vestido como obrero. Llevaba pantalones y camisa caqui bien planchados pero
sin almidón, y botas de trabajo lustradas. Era aproximadamente 10 años más grande que
mi padre; diría que tenía cerca de 45 años de edad. Sonrieron cuando Mike y yo pasamos
junto a ellos camino de la cocina, que conducía al porche desde el que se veía el jardín
trasero. Yo sonreí tímidamente.
-¿Quiénes son esas personas? -pregunté.
-Oh, ellos trabajan para mi padre. El hombre más viejo dirige los almacenes, y las
mujeres son las gerentes de los restaurantes. Y viste al supervisor de construcción, que
está trabajando en la construcción de un camino cerca de 50 millas de aquí. El otro
supervisor, que está construyendo un grupo de casas, se marchó antes de que tú llegaras-
-¿Y esto sucede todo el tiempo? -le pregunté.