Create successful ePaper yourself
Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.
184
_________________________________________________________________________________________________________________
ROBERT T. KIYOSAKI
-Así puedes ver que, después de pagarme a mí mismo, la presión para pagar mis
impuestos y a mis otros acreedores es tan grande que me obliga a buscar otras formas de
ingreso. La presión por pagar se convierte en mi motivación. He trabajado en otros
empleos, comenzado otras compañías, comprado y vendido en la bolsa de valores,
cualquier cosa sólo para asegurarme que esos tipos no comenzarán a gritarme. Esa presión
me hace trabajar más duro, me obliga a pensar y en general me hace más inteligente y
más activo en lo que se refiere al dinero. Si me pagara al último, no sentiría la presión,
pero estaría quebrado.
motiva.
-Así que es el miedo al gobierno y a las otras personas a quienes debes lo que te
-Así es --dijo mi padre rico--. Mira, los recaudadores de impuestos del gobierno
son unos rufianes. También lo son los recolectores de deudas en general. La mayoría de la
gente se deja amedrentar. Les pagan, pero no se pagan a sí mismos. Tú conoces la historia
de un flaco de 44 kilogramos de peso a quien arrojaron arena en el rostro.
Asentí.
-Veo ese anuncio sobre levantamiento de pesas y lecciones de fisicoculturismo en
los libros de tiras cómicas todo el tiempo.
-Bien, la mayor parte de la gente deja que los rufianes arrojen arena en sus rostros.
Yo decidí utilizar el miedo al rufián para hacerme más fuerte. Otros se hacen más débiles.
Obligarme a pensar en cómo conseguir dinero extra es como ir al gimnasio y trabajar con
las pesas. Mientras más ejercito mis "músculos mentales del dinero", más fuerte soy.
Ahora no tengo miedo de esos rufianes.
Me gustaba lo que mi padre rico estaba diciendo.
-De manera que si primero me pago a mí mismo, me vuelvo más fuerte desde el
punto de vista financiero, mental y fiscal.
Mi padre rico estuvo de acuerdo.
-Y si me pago al final, o no me pago en absoluto, me debilito. Y de esa manera los
jefes, gerentes, recaudadores de impuestos, cobradores de deudas y caseros hacen lo que
quieren conmigo. Sólo porque no tengo buenos hábitos monetarios.