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Padre-Rico-Padre-Pobre

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ROBERT T. KIYOSAKI

necesitaba 400 000 dólares para mandar a los cuatro hijos a la universidad. Tenía 12 años

para ahorrar esa cifra, dado que el mayor de sus hijos tenía seis años de edad.

Corría el año 1991 y el mercado de bienes raíces de Phoenix era terrible. La gente

estaba casi regalando sus casas. Le sugerí a mi compañero de estudios que comprara una

casa con algo del dinero de su fondo mutualista. La idea le intrigó y comenzamos a

discutir la posibilidad. Su principal preocupación era que no tenía el crédito con el banco

para comprar otra casa, debido a que se había sobreextendido. Le aseguré que había otras

formas de financiar la propiedad, en vez del banco.

Buscamos la casa durante dos semanas; una casa que cumpliera con todos los

criterios que habíamos seleccionado. Había muchas de donde escoger, pero la búsqueda

era relativamente divertida. Finalmente encontramos una casa de tres recámaras y dos

baños en un vecindario de lujo. El propietario había sido despedido debido a una

reducción de operaciones y necesitaba vender ese día porque él y su familia se mudaban a

California donde le esperaba otro empleo.

Él quería 102 000 dólares pero nosotros le ofrecimos sólo 79 000 dólares. Lo

aceptó inmediatamente. La casa tenía lo que se llama un "préstamo no calificado", lo que

significa que incluso un vago sin trabajo podía comprarla sin aprobación de un banco. El

propietario debía 72 000 dólares, así que mi amigo sólo tenía que entregarle 7 000

dólares, la diferencia en el precio entre lo que se debía y el precio de venta. Tan pronto

como el propietario se mudó, mi amigo puso la casa en renta. Una vez que todos los

gastos habían sido pagados, incluyendo la hipoteca, se embolsaba 125 dólares cada mes.

Su plan era conservar la casa por 12 años y pagar la hipoteca más rápidamente al

utilizar los 125 dólares mensuales para amortizar el capital cada mes. Calculamos que en

12 años una gran parte de la hipoteca habría sido pagada y él podría estar recibiendo 800

dólares libres al mes para la época en que su primer hijo iría a la universidad. También

podía vender la casa si aumentaba su valor.

En 1994 el mercado inmobiliario de Phoenix cambió repentinamente y un inquilino

que vivía en la casa y la amaba le ofreció 156 000 dólares. Nuevamente me preguntó qué

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