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Padre-Rico-Padre-Pobre

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ROBERT T. KIYOSAKI

mejor, más bonito, más divertido o emocionante. De manera que la gente también trabaja

por dinero debido al deseo. Ellos desean tener dinero por la alegría que creen que pueden

comprar. Sin embargo, la alegría que el dinero proporciona a menudo dura poco y pronto

necesitan más dinero para obtener más alegría, más placer, más comodidad, más

seguridad. Por eso siguen trabajando y creen que el dinero aliviará sus almas que están

atormentadas por el miedo y el deseo. Pero el dinero no puede hacer eso.

-¿Incluso la gente rica? -preguntó Mike.

-Incluso la gente rica -dijo mi padre rico-. De hecho, la razón por la que muchas

personas ricas son ricas no es debido al deseo sino al miedo. Ellos realmente creen que el

dinero puede eliminar ese miedo de no tener dinero, de ser pobre, por lo que amasan

grandes fortunas, sólo para darse cuenta de que el miedo empeora. Ahora tienen miedo de

perderlo todo. Tengo amigos que siguen trabajando a pesar de que tienen mucho dinero.

Conozco gente que tiene millones y que tiene más miedo ahora que cuando eran pobres.

Están aterrados de perder todo su dinero. El miedo que los llevó a ser ricos empeoró. Esa

parte débil y llena de carencias del alma está gritando a voz en cuello en realidad. Ellos no

desean perder sus grandes mansiones, los automóviles, el alto nivel de vida que el dinero

les ha proporcionado. Les preocupa lo que dirán sus amigos si pierden todo su dinero.

Muchos de ellos están desesperados desde el punto de vista emocional y son neuróticos, a

pesar de que parecen ricos y tienen dinero.

-¿Entonces es más feliz un hombre pobre? -le pregunté.

-No, no lo creo -respondió mi padre rico--. Evitar el dinero es un acto tan psicótico

como ser atraído por el dinero.

Como si lo hubieran llamado, el limosnero del pueblo pasó al lado de nuestra

mesa, se detuvo junto al bote de basura y revolvió su interior. Los tres le miramos con

interés, a pesar de que antes sólo lo hubiéramos ignorado.

Mi padre rico sacó un dólar de su cartera y le hizo un gesto al viejo. Al ver el

dinero, el pordiosero se acercó inmediatamente, tomó el billete, agradeció profusamente a

mi padre rico y se alejó extasiado con su nueva fortuna.

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