Desperdicio

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Luis Gabriel Laya
ni siquiera puedo girar para ver en dónde me encuentro. Huele a
sudor de alcohólico. Necesito dormir un poco más.
2:40 pm. Cómo llegué hasta aquí. Estoy en casa y con ropas
de dormir. Voy al baño con cierto afán, me miro al espejo y es simplemente
mi cara. Torcida, absurda, gastada, pero sólo mi cara.
Por supuesto, qué esperaba encontrar. Estaba pegada a mi cuerpo,
tenía que ser mi cara, no había otra. Cuando me paré, a pesar de la
certeza, tenía un presentimiento agudo de no ser yo. De hecho, la
sorpresa de ver mi rostro fue mayor a la de haber visto a un extraño.
Sin embargo, el mismo semblante no me garantizaba que fuera genuino,
era probable la falsificación (una muy buena en este caso). No
podía estar frente a mí. Ese no era yo. Tendría entonces que cepillar
los dientes de otro, lavar la cara de otro, vestir con mis prendas a
otro, y asumir que es otro el que va a hacer las cochinadas que me
tocan. Qué alivio.
Todo sucio en el fregadero. Basura acumulada de dos semanas.
Pisadas del gato sobre las tazas. Un charco de agua bajo la nevera y
manchas de grasa en la cocina, alrededor de la tostadora eléctrica y
en la licuadora. Estoy descalzo y el piso se siente pegajoso, el granito
presenta un relieve ligeramente accidentado. Es notorio que partículas
se han depositado por mucho tiempo, formando un sedimento
compacto y difícil de extraer. Una cucaracha patas arriba a las
puertas del lavandero, en donde un calentador cubierto de hollín,
gotea sobre una ponchera que alguna vez fue amarilla. La fuga de
gas, que aún no has mandado a reparar, te hace abrir la llave de paso,
cada vez que te vas a preparar un café. Retinto y en pocillo de peltre,
para que produzca un mayor efecto. Me ducho con agua fría y sin
champú.
Necesito ver cómo va la vaina en Identificación, además de
hacer un recorrido por los treinta puntos de recolección de datos.
Tengo descuidado esto, y no quiero titubear cuando sea interpelado
por los fariseos. Una llamada a Arocha; no está en su oficina. Celular;
contestadora. “Disculpe, pero en estos momentos, el ingeniero
José Arocha no le puede atender, deje su número telefónico y con
gusto le devolverá la llamada”.