Desperdicio
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<strong>Desperdicio</strong><br />
Pablo y yo hicimos sin éxito la diligencia de la casa vieja, así que<br />
pasamos por un bar que ha albergado poetas, cantores, saltimbanquis,<br />
actores, intelectuales de grama y otros especímenes de la órbita<br />
centralera 1 , por más de tres décadas. Ahí tomamos una cerveza y<br />
completamos la misión que nos mantenía en ese lado de la ciudad.<br />
Tenía un hormigueo en las extremidades. No estaban totalmente<br />
competentes. Acusaban los efectos de la combinación estimulantes<br />
- poco descanso, pero aún tenía fuerzas para un buen<br />
rato. Confieso que disfrutaba esa sensación, aunque me hacía sentir<br />
inseguro.<br />
Pablo lo trituraba, yo manejaba con un ojo en la vía y otro en la<br />
dosis. Quería acabar rápidamente con eso. Búsqueda de llaves en<br />
todos los bolsillos para constatar que estaban en el primero en que<br />
buscó. Reclamo airado por frenazo involuntario. Servicio expreso<br />
y magia temporal. Luego fuimos por más bebidas, a uno de esos<br />
sitios que invaden la mitad de la ya escasa acera, para colocar mesas<br />
y unos pequeños parabanes que dan la idea de estar adentro, cuando<br />
en realidad estás afuera. Llegué directo a la barra y pedí ron con<br />
aguaquina. En realidad no frecuento ese trago, pero de camino, una<br />
inmensa valla en la autopista, me invitó a disfrutar de un delicioso<br />
ron tonic con Shweppess, y hoy era un alienado susceptible al impacto<br />
de la publicidad. Pablo pidió cerveza y tequila reposada, “sin<br />
limón ni nada de esa vaina que le ponen para disfrazar el auténtico<br />
sabor”, como le encanta repetir. “Nada de esa vaina” es la sal, por<br />
qué no le podía decir sencillamente sal. Le gustaba imprimirle ese<br />
efecto de divorcio con las tendencias ligeras, moderadas. Quería<br />
siempre enfatizar su desenfado, pero caía sorprendentemente en<br />
gracia con la audiencia.<br />
De lejos la vi y estuve tentado a irrumpir en su mesa, pero un<br />
impulso desconocido me lo impidió. Estoy en deuda con esa intuición<br />
realenga que me evitó un potencial comentario sádico, pues<br />
tuve la oportunidad, en una caminata que efectuó desde la mesa,<br />
presumo que hasta el baño, de ver sus abultadísimas formas de<br />
la zona baja. Después de todo se manifestó su ascendencia ibera.<br />
Cómo era posible que esa criatura, terriblemente sensual, se transformara,<br />
en tiempo récord, en ese porfiado. La visión era patética, la<br />
1 Se refiere a la Universidad Central de Venezuela.