Desperdicio
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-79-<br />
Luis Gabriel Laya<br />
Llegaba cansado, y con el peso de una larga conversación estéril,<br />
cuando vi, con sorpresa amarga, aquellos cuerpos de madera, sangrando<br />
y con olor a muerto.<br />
La receta infalible, Advil con dos vasos de agua antes de dormir.<br />
Prendo esa luz directa, que ilumina tu cara, enfatizando todo tipo<br />
de fealdad. El espejo no es condescendiente con el tormento acumulado,<br />
con las marcas. Lucho con un punto negro entre mis cejas.<br />
Venzo, pero no siento la dulzura de la victoria. La ponzoña sólo te<br />
debilita en las madrugadas hediondas. Qué importa el “deber ser”,<br />
o mejor dicho, a quién coño le ha importado en esta vaina el bendito<br />
“deber ser”. Me cago en éste, pero, las madrugadas hediondas aumentan,<br />
tanto aumenta su frecuencia como su pestilencia. Pongo el<br />
despertador para las ocho.<br />
Mensaje de Luis: “No olvides que la cita es para mañana a las<br />
doce en La Valenciana. Después de eso, es probable que tengas que<br />
acompañarme a Tancreddi Constructores, para finiquitar el asunto<br />
del préstamo para el hotel”.<br />
Finiquitar el asunto del hotel. Estafa al estafador que, si tiene la<br />
oportunidad, te regresará con intereses. Acaso Sai Baba no hace negocios<br />
más gordos que éstos, y goza de un prestigio que descansa en<br />
una cualidad altruista, desprendida y espiritual. O es que el Vaticano<br />
tiene techo de zinc. Más cercanos al perdón, deberían estar estos<br />
infieles que, existiendo en la infamia, sufren en vida el desprecio de<br />
los justos. ¿Estoy menos perturbado porque identifique el vicio en<br />
mí, y aún así lo cometa?<br />
Listo estaré cuando necesiten al traidor a sueldo. A uno de confianza,<br />
cercano. Vestido elegantemente según la ocasión. Dispuesto<br />
a ofrecerte la cicuta con una sonrisa. Tigres de papel, diría Mao,<br />
que serán apuñalados. No verán de dónde viene, pero entenderán<br />
lo inexorable. La cosecha de su malsana vida. Nadarán en odio,<br />
como siempre, pero perdonarán a su semejante. Admirarán la audacia.<br />
Lamentarán que su retorcido análisis, y la creencia de un poder<br />
magnificente, les hayan ocultado lo obvio. Regresarán amargamente<br />
a su estado mortal. Recordarán que sus cuerpos están más cerca<br />
de la putrefacción que de la tersura. Tendrán vergüenza. Beberán<br />
más para olvidarla.