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PDF revista Turismo Dominicano Adompretur

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✏ Tony Pérez

Única, tentadora, inspira a visitarla. Al

filo de la frontera del territorio dominicano,

307 kilómetros al sudoeste de

la capital, esta provincia representa un

océano de detalles de la naturaleza y

de comunitarios empáticos dispuestos

a servir e interactuar con el visitante.

Nunca se cansaría usted de vivirla, si

siente pasión por el ecoturismo, la comida

a base de pescado y mariscos frescos

y por el intercambio con las personas y

su cultura.

Irrepetible la conjunción de elementos

positivos, a cinco horas y media de

la capital por la carretera Sánchez. Ningún

lugar de la isla posee tantas playas

de calidad vírgenes, ni tantos senderos,

cuevas y acuíferos singulares, ni tan ricas

flora y fauna, ni un clima tan sincronizado

con quienes buscan sol candente

y espectáculos de estrellas en el firmamento

todo el año.

La paradisíaca playa Bahía de las

Águilas, atractivo de creciente impacto

en estos días de anuncios de proyectos

turísticos, representa sólo la puerta de

entrada a un mundo natural sorprendente.

El potencial es grande, dentro y

fuera de los parques Jaragua y Baoruco.

Más allá de la arena. Y es aprovechable

con el menor impacto posible.

Su gente, sin embargo, está mareada

de promesas oficiales. Está todo por

hacer.

La provincia es parte del cuarto polo

turístico creado por la ley 266. La Cámara

de Diputados aprobó en 2004 la

pieza que declaró como demarcación turística

prioritaria el Polo Área Turística

de la Región Suroeste en las provincias

Barahona, Independencia y Pedernales.

Dieciséis años después, los mandatos

de esa legislación no pasan del papel

que todo lo aguanta.

El estancamiento socioeconómico

y las graves deficiencias de los servicios

básicos de Pedernales, por ejemplo, son

el mejor ejemplo de la desidia, pese a

que desde el primer considerando se reconoce

que “el Estado tiene la primordial

obligación de promover el desarrollo

como forma de elevar el nivel de vida

de sus ciudadanos”.

Y “que el desarrollo del turismo y

el ecoturismo es quizás la única o una

de las pocas actividades sobre las que

se podría desarrollar económicamente

el suroeste, proporcionándole a sus

habitantes los recursos necesarios para

su alimentación, educación, salud y recreación”.

El actual presidente, Luis Abinader

(2020-2024), ha resucitado la esperanza

comunitaria con dos visitas a la capital

de la provincia en los primeros quince

días de su jura ante la Asamblea Nacional,

el 16 de agosto de este año, y con

el anuncio de la construcción en breve

de un aeropuerto, 3 mil habitaciones

hoteleras y otras infraestructuras para el

desarrollo turístico. Lo ha ratificado al

menos una docena de veces en diferentes

escenarios.

Buena señal, denota convicción.

Pero ya se requiere de acciones que sostengan

el discurso oficial. Porque, entre

los pedernalenses, comienzan a aflorar

otra vez las dudas. Una actitud entendible

porque hay una larga historia de

engaños anclada en su imaginario.

Y porque hay sectores que quieren

enfilar la proa del barco de las anunciadas

inversiones gubernamentales y

de alianzas público-privadas hacia la

dirección de su conveniencia. Usan de

pantalla alegatos fútiles como que hay

otras prioridades en medio de las crisis

sanitaria y económica. O que compartan

con otras comarcas las obras mencionadas

para Pedernales. Tal regateo es una

perversidad. La deuda social acumulada

con esa provincia es enorme. Entonces,

TURISMO DOMINICANO • 2021 | ADOMPRETUR | 71

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