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Sin embargo, es indispensable aclarar que, aunque los conceptos pueden ser
subjetivos desde un punto de vista personal, de manera colectiva existen máximas
y leyes universales que rigen a todos y que, a su vez, ayudan a regular y mantener
el orden y el respeto, ya que nuestra libertad se define como la capacidad y
disponibilidad de poder actuar y tomar decisiones de manera autónoma en
cualquier ámbito, pero siempre con conciencia, esto es, en otras palabras, que la
única limitante de la libertad de un individuo es la libertad de otro, es decir, tu
libertad no debe afectar o inhibir que el otro puede ejercerla, esto es un principio
moral que lleva al respeto y al bien común.
Ahora bien, podríamos pensar que el ser libres es simplemente no encontrarse
privados en una celda, pero la libertad no se limita al medio físico, va más allá
rompiendo los esquemas de la carne, yendo a todas las dimensiones: espiritual,
psicológica, biológica y social. De aquí surge la interrogativa de si en verdad somos
libres, porque, aunque seamos físicamente libres, si las redes sociales con todo el
bombardeo lleno de desinformación, miedo, prejuicios y estereotipos nos limita,
si las opiniones destructivas de otros, las que no edifican nos afectan, si tenemos
fronteras mentales que no nos dejan trascender y restringe nuestra manera de
pensar, si somos esclavos ante algún estimulo banal y efímero o a un vicio, entonces,
conceptualmente, no somos libres.
En definitiva, si queremos de verdad ser libres, tenemos que empezar a madurar
psicológica y mentalmente, lo que solo es posible mediante la cultura, mediante la
mano de Dios, porque “la verdad nos hará libres”.
80 C o l e g i o M é x i c o F r a n c i s c a n o