11.01.2013 Views

nietzsche-el-ocaso-de-los-idolos

nietzsche-el-ocaso-de-los-idolos

nietzsche-el-ocaso-de-los-idolos

SHOW MORE
SHOW LESS

Create successful ePaper yourself

Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.

Proyecto Espartaco 2000 – 2002<br />

Fe<strong>de</strong>rico Nietzsche - El Ocaso <strong>de</strong> <strong>los</strong> Ído<strong>los</strong><br />

tendrá eternamente la razón al <strong>de</strong>fen<strong>de</strong>r que <strong>el</strong> ser es una ficción vacía. No hay más<br />

mundo que <strong>el</strong> «aparente»: <strong>el</strong> «mundo verda<strong>de</strong>ro» no es más que un añadido falaz.<br />

3<br />

¡Y qué d<strong>el</strong>icados instrumentos <strong>de</strong> observación son para nosotros <strong>los</strong> sentidos!<br />

Pensemos, por ejemplo, en la nariz algo <strong>de</strong> lo que ningún filósofo ha hablado aún<br />

con veneración y agra<strong>de</strong>cimiento, pese a haber sido hasta hoy <strong>el</strong> más sensible <strong>de</strong><br />

todos <strong>los</strong> instrumentos que están a nuestro alcance. Pue<strong>de</strong> captar unas diferencias tan<br />

pequeñas <strong>de</strong> movimiento que ni un espectroscopio registraría. Si hoy tenemos<br />

ciencia, es en la medida en que nos hemos <strong>de</strong>cidido a aceptar <strong>el</strong> testimonio <strong>de</strong> <strong>los</strong><br />

sentidos, en que hemos aprendido a aguzar<strong>los</strong> más, a robustecer<strong>los</strong>, a pensar <strong>de</strong><br />

acuerdo con <strong>el</strong><strong>los</strong> hasta <strong>el</strong> final. Lo <strong>de</strong>más no es sino un aborto, que o no llega a la<br />

categoría <strong>de</strong> ciencia —como en <strong>el</strong> caso <strong>de</strong> la metafísica, <strong>de</strong> la teología, <strong>de</strong> la<br />

psicología, <strong>de</strong> la teoría d<strong>el</strong> conocimiento—, o que es ciencia formal, teoría <strong>de</strong> <strong>los</strong><br />

signos, como la lógica, y la lógica aplicada, como las matemáticas. En <strong>el</strong>las la<br />

realidad no hace acto <strong>de</strong> presencia ni como problema; ni siquiera se cuestiona qué<br />

valor pue<strong>de</strong> tener en general ese sistema conceptual <strong>de</strong> signos que es la lógica.<br />

4<br />

Hay otra cosa que pertenece a la idiosincrasia d<strong>el</strong> filósofo, no menos<br />

p<strong>el</strong>igrosa: la <strong>de</strong> confundir lo último con lo primero. Ponen al principio, como<br />

principio, lo que viene al final —por <strong>de</strong>sgracia, porque no <strong>de</strong>bería venir nunca—:<br />

<strong>los</strong> «conceptos supremos», es <strong>de</strong>cir, <strong>los</strong> más generales, <strong>los</strong> más vacíos, <strong>el</strong> último<br />

humillo <strong>de</strong> la realidad que se evapora. Esto no es, una vez más, sino una<br />

manifestación <strong>de</strong> la forma que tienen <strong>de</strong> venerar. Lo superior no pue<strong>de</strong> provenir <strong>de</strong><br />

lo inferior, no pue<strong>de</strong> provenir <strong>de</strong> nada... Moraleja: todo lo que es <strong>de</strong> primer or<strong>de</strong>n<br />

tiene que causarse a sí mismo. Se consi<strong>de</strong>ra que provenir <strong>de</strong> algo distinto constituye<br />

una objeción, algo que pone en entredicho su valor. Todos <strong>los</strong> valores supremos son<br />

<strong>de</strong> primer or<strong>de</strong>n; ninguno <strong>de</strong> <strong>los</strong> conceptos supremos, como <strong>el</strong> ser, lo absoluto, <strong>el</strong> bien,<br />

la verdad, la perfección, pue<strong>de</strong> provenir <strong>de</strong> algo; en consecuencia, tiene que causarse a<br />

sí mismo. Pero todas estas cosas no pue<strong>de</strong>n ser <strong>de</strong>siguales entre sí, ni estar en<br />

contradicción consigo mismas. Con esto, <strong>los</strong> filósofos disponen <strong>de</strong> su estupendo<br />

concepto <strong>de</strong> «Dios»... Lo último, lo más liviano, lo más vacío es situado como lo<br />

primero, como lo que se causa a sí mismo, como <strong>el</strong> ente realísimo. ¡Qué triste es que la<br />

humanidad haya tenido que tomar en serio <strong>los</strong> dolores <strong>de</strong> cabeza <strong>de</strong> esos enfermos<br />

fabricantes <strong>de</strong> t<strong>el</strong>arañas! ¡Y a qué precio lo han hecho!<br />

5<br />

Terminemos contraponiendo a esto la forma tan diferente como nosotros<br />

enten<strong>de</strong>mos <strong>el</strong> problema d<strong>el</strong> error y <strong>de</strong> la apariencia (y hablo en plural por pura<br />

cortesía). Antaño se consi<strong>de</strong>raba que la variación, <strong>el</strong> cambio, <strong>el</strong> <strong>de</strong>venir en general<br />

constituía una prueba <strong>de</strong> que lo que está sometido a <strong>el</strong>lo es algo aparente, como <strong>el</strong> signo<br />

13

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!