You also want an ePaper? Increase the reach of your titles
YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.
Proyecto Espartaco 2000 – 2002<br />
Fe<strong>de</strong>rico Nietzsche - El Ocaso <strong>de</strong> <strong>los</strong> Ído<strong>los</strong><br />
LOS QUE QUIEREN «MEJORAR» A LA HUMANIDAD<br />
1<br />
Como es sabido, exijo al filósofo que se sitúe más allá d<strong>el</strong> bien y d<strong>el</strong> mal, que ponga<br />
por <strong>de</strong>bajo <strong>de</strong> sí la ilusión d<strong>el</strong> juicio moral. Esta exigencia <strong>de</strong>riva <strong>de</strong> una intuición que yo he<br />
sido <strong>el</strong> primero en formular: la <strong>de</strong> que no hay hechos morales. El juicio moral tiene en<br />
común con <strong>el</strong> r<strong>el</strong>igioso <strong>el</strong> creer en realida<strong>de</strong>s que no son tales. La moral no es más que una<br />
interpretación <strong>de</strong> <strong>de</strong>terminados fenómenos, o, por <strong>de</strong>cirlo con más exactitud, una<br />
interpretación errónea. Al igual que <strong>el</strong> r<strong>el</strong>igioso, <strong>el</strong> juicio moral correspon<strong>de</strong> a un niv<strong>el</strong> <strong>de</strong><br />
ignorancia en <strong>el</strong> que todavía no ha aparecido <strong>el</strong> concepto <strong>de</strong> lo real, la distinción entre lo<br />
real y lo imaginario; <strong>de</strong> forma que en dicho niv<strong>el</strong> la palabra «verdad» <strong>de</strong>signa cosas que<br />
hoy llamaríamos «imaginaciones». En este sentido, nunca se <strong>de</strong>be tomar <strong>el</strong> juicio moral al<br />
pie <strong>de</strong> la letra; en sí mismo no encierra más que un sin sentido. No obstante, como<br />
semiótica, ofrece un cierto valor: rev<strong>el</strong>a, cuando menos, al que es capaz <strong>de</strong> verlas,<br />
realida<strong>de</strong>s muy apreciables respecto a civilizaciones e interiorida<strong>de</strong>s que no sabían lo<br />
suficiente para enten<strong>de</strong>rse a sí mismas. La moral no es más que un lenguaje <strong>de</strong> signos, una<br />
sintomatología; hay que saber <strong>de</strong> qué se trata para po<strong>de</strong>r sacar provecho <strong>de</strong> <strong>el</strong>la.<br />
2<br />
Pongamos un primer ejemplo totalmente provisional. En todas las épocas se ha<br />
querido «mejorar» a <strong>los</strong> hombres, y a esto se le ha llamado por antonomasia «moral».<br />
No obstante, en esta misma palabra se encierran las más diferentes ten<strong>de</strong>ncias. A la<br />
doma <strong>de</strong> la bestia humana y a la cría <strong>de</strong> una <strong>de</strong>terminada clase <strong>de</strong> hombres se le dio <strong>el</strong><br />
nombre <strong>de</strong> «mejoramiento»: sólo estos términos zoológicos <strong>de</strong>signan realida<strong>de</strong>s, y<br />
realida<strong>de</strong>s que precisamente <strong>el</strong> «mejorador» característico, <strong>el</strong> sacerdote, ni conoce ni<br />
quiere conocer... Llamar «mejoramiento» a la doma <strong>de</strong> un animal es algo que a nosotros<br />
nos suena casi como una burla. Quien sepa lo que pasa en <strong>los</strong> lugares don<strong>de</strong> se doma a<br />
animales salvajes dudará mucho <strong>de</strong> que éstos sean «mejorados». Se les <strong>de</strong>bilita, se les<br />
hace menos dañinos, se les convierte en unos animales enfermizos, a base <strong>de</strong><br />
<strong>de</strong>primirles mediante <strong>el</strong> miedo, <strong>el</strong> dolor, las heridas y <strong>el</strong> hambre. Lo mismo pasa con <strong>el</strong><br />
hombre domado que ha «mejorado» <strong>el</strong> sacerdote.<br />
En la Alta Edad Media, cuando la Iglesia era realmente un lugar <strong>de</strong> doma <strong>de</strong><br />
animales, se daba caza por todas partes a <strong>los</strong> mejores ejemplares <strong>de</strong> la «bestia rubia»; se<br />
«mejoró», por ejemplo, a <strong>los</strong> aristócratas germanos. Pero ¿qué aspecto presentaba luego<br />
ese germano «mejorado» a quien recluían con engaños en un monasterio? El <strong>de</strong> una<br />
caricatura <strong>de</strong> hombre, <strong>el</strong> <strong>de</strong> un engendro: lo habían convertido en «pecador», encerrado<br />
en una jaula y aprisionado por terribles i<strong>de</strong>as. Allí yacía enfermo, sombrío,<br />
aborreciéndose a sí mismo, con un odio mortal a todos <strong>los</strong> impulsos que incitan a vivir,<br />
rec<strong>el</strong>ando <strong>de</strong> todo lo que seguía siendo fuerte y dichoso: en suma, había sido convertido<br />
en un cristiano. Hablando en términos fisiológicos, en la lucha con la bestia, la única<br />
27