11.01.2013 Views

nietzsche-el-ocaso-de-los-idolos

nietzsche-el-ocaso-de-los-idolos

nietzsche-el-ocaso-de-los-idolos

SHOW MORE
SHOW LESS

Create successful ePaper yourself

Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.

Proyecto Espartaco 2000 – 2002<br />

Fe<strong>de</strong>rico Nietzsche - El Ocaso <strong>de</strong> <strong>los</strong> Ído<strong>los</strong><br />

mo<strong>de</strong>rnas»... La disminución <strong>de</strong> <strong>los</strong> instintos hostiles, que suscitan <strong>de</strong>sconfianza —y en<br />

esto estaría, efectivamente nuestro «progreso»—, representa sólo una <strong>de</strong> las<br />

consecuencias en la disminución general <strong>de</strong> la «vitalidad»: cuesta cien veces más<br />

esfuerzo y más cuidado mantener una existencia tan condicionada y tardía como la<br />

nuestra; por eso nos ayudamos <strong>los</strong> unos a <strong>los</strong> otros, siendo cada cual, en cierta medida,<br />

enfermo y enfermero al mismo tiempo. A esto es a lo que luego llaman «virtud»,<br />

aunque entre hombres que llegaron a conocer una vida diferente, más plena, más<br />

pródiga, más <strong>de</strong>sbordante, habría recibido otro nombre, tal vez <strong>el</strong> <strong>de</strong> «cobardía»,<br />

«mezquindad» o «moral <strong>de</strong> viejas».<br />

Mi tesis, si se quiere, mi innovación, consiste en afirmar que la dulcificación <strong>de</strong><br />

nuestras costumbres es un efecto <strong>de</strong> la <strong>de</strong>ca<strong>de</strong>ncia; mientras que, por <strong>el</strong> contrario, la<br />

dureza y <strong>el</strong> carácter terrible <strong>de</strong> las costumbres podría ser una consecuencia <strong>de</strong> una<br />

superabundancia <strong>de</strong> vida, ya que entonces se pue<strong>de</strong> arriesgar mucho, exigir mucho y<br />

también <strong>de</strong>rrochar mucho. Lo que antaño era la sal <strong>de</strong> la vida, sería para nosotros un<br />

veneno. Para ser indiferentes —lo cual es a su vez una forma <strong>de</strong> ser fuertes— somos<br />

también <strong>de</strong>masiado viejos, <strong>de</strong>masiado tardíos; nuestra moral <strong>de</strong> la simpatía, contra la<br />

cual yo he sido <strong>el</strong> primero en dar la voz <strong>de</strong> alarma, a la que se le podría <strong>de</strong>nominar<br />

«impresionismo moral», constituye una manifestación más <strong>de</strong> la hiperexcitabilidad<br />

fisiológica que caracteriza a todo lo <strong>de</strong>ca<strong>de</strong>nte. Ese movimiento, que con la moral <strong>de</strong> la<br />

compensación <strong>de</strong> Schopenhauer ha tratado, sin conseguirlo, <strong>de</strong> presentarse como<br />

científico es <strong>el</strong> movimiento propio <strong>de</strong> la <strong>de</strong>ca<strong>de</strong>ncia en <strong>el</strong> ámbito moral, y, en este<br />

sentido, resulta sumamente similar a la moral cristiana. Las épocas fuertes, las culturas<br />

aristocráticas consi<strong>de</strong>ran que la compasión, <strong>el</strong> «amor al prójimo» y la falta <strong>de</strong> un «sí<br />

mismo» y <strong>de</strong> un sentimiento <strong>de</strong> sí son algo <strong>de</strong>spreciable. Hay que medir las épocas por<br />

sus fuerzas positivas y en esto la época d<strong>el</strong> Renacimiento, tan pródiga y tan rica en<br />

fatalida<strong>de</strong>s, aparece como la última época gran<strong>de</strong>, mientras que nosotros, <strong>los</strong> mo<strong>de</strong>rnos,<br />

con nuestra ansiosa preocupación por nosotros mismos, con nuestro amor al prójimo,<br />

con nuestras virtu<strong>de</strong>s tales como la laboriosidad, la mo<strong>de</strong>stia, la equidad y <strong>el</strong><br />

cientificismo, con nuestro espíritu coleccionador, económico y maquinal, resultamos ser<br />

una época débil. La <strong>de</strong>bilidad produce y <strong>de</strong>termina nuestras virtu<strong>de</strong>s. La igualdad, una<br />

cierta asimilación efectiva que se expresa en la teoría <strong>de</strong> la «igualdad <strong>de</strong> <strong>de</strong>rechos»,<br />

forma parte esencial <strong>de</strong> la <strong>de</strong>ca<strong>de</strong>ncia. Lo propio <strong>de</strong> toda época fuerte es lo que yo<br />

llamo <strong>el</strong> pathos <strong>de</strong> la distancia, es <strong>de</strong>cir, la existencia <strong>de</strong> un abismo entre unos<br />

individuos y otros, y entre unas capas sociales y otras, la multiplicidad <strong>de</strong> tipos, la<br />

voluntad <strong>de</strong> ser uno mismo, <strong>de</strong> <strong>de</strong>stacarse...<br />

Hoy en día, por <strong>el</strong> contrario, la tensión entre <strong>los</strong> extremos va disminuyendo cada<br />

vez más, tanto en intensidad como en amplitud. Los mismos extremos se van borrando<br />

hasta acabar asemejándose. Todas nuestras teorías políticas y todas las constituciones<br />

<strong>de</strong> nuestros Estados, incluyendo al Reich alemán por supuesto, son consecuencias,<br />

necesida<strong>de</strong>s <strong>de</strong>rivadas <strong>de</strong> la <strong>de</strong>ca<strong>de</strong>ncia. La acción inconsciente <strong>de</strong> la <strong>de</strong>ca<strong>de</strong>ncia ha<br />

llegado a imperar incluso en <strong>los</strong> i<strong>de</strong>ales <strong>de</strong> las ciencias particulares. Mi crítica a toda la<br />

sociología inglesa y francesa es también que sólo conoce experimentalmente formas<br />

<strong>de</strong>ca<strong>de</strong>ntes <strong>de</strong> la sociedad, e, ingenuamente, toma como norma <strong>de</strong> las valoraciones<br />

51

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!