11.01.2013 Views

nietzsche-el-ocaso-de-los-idolos

nietzsche-el-ocaso-de-los-idolos

nietzsche-el-ocaso-de-los-idolos

SHOW MORE
SHOW LESS

Create successful ePaper yourself

Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.

Proyecto Espartaco 2000 – 2002<br />

Fe<strong>de</strong>rico Nietzsche - El Ocaso <strong>de</strong> <strong>los</strong> Ído<strong>los</strong><br />

<strong>de</strong> que en <strong>el</strong>lo hay algo que nos induce a error. Hoy, por <strong>el</strong> contrario, en la medida<br />

exacta en que <strong>el</strong> prejuicio <strong>de</strong> la razón nos impulsa a conce<strong>de</strong>r unidad, i<strong>de</strong>ntidad,<br />

permanencia, sustancia, causa, coseidad, ser, nos vemos <strong>de</strong> algún modo atrapados en <strong>el</strong><br />

error; necesitamos <strong>el</strong> error; aunque, en base a una rigurosa comprobación estemos<br />

íntimamente convencidos <strong>de</strong> que ahí radica <strong>el</strong> error. Con esto suce<strong>de</strong> igual que con <strong>los</strong><br />

movimientos <strong>de</strong> las gran<strong>de</strong>s const<strong>el</strong>aciones: en éstos <strong>el</strong> error tiene a nuestros ojos como<br />

constante <strong>de</strong>fensa; en lo otro, <strong>el</strong> abogado <strong>de</strong>fensor es nuestro lenguaje. Por su origen <strong>el</strong><br />

lenguaje pertenece a otra época <strong>de</strong> la forma más rudimentaria <strong>de</strong> la psicología: caemos<br />

en un fetichismo grosero cuando tomamos conciencia <strong>de</strong> <strong>los</strong> supuestos básicos <strong>de</strong> la<br />

metafísica d<strong>el</strong> lenguaje, o, por <strong>de</strong>cirlo más claramente, <strong>de</strong> la razón. Ese fetichismo ve<br />

por todos <strong>los</strong> lados a gentes y actos: cree que la voluntad es la causa en general; cree en<br />

<strong>el</strong> «yo», que <strong>el</strong> yo es un ser, una sustancia, y proyecta sobre todo la creencia en <strong>el</strong> yo<br />

como sustancia. Así es como crea <strong>el</strong> concepto <strong>de</strong> «cosa». El ser es añadido mediante <strong>el</strong><br />

pensamiento y se le introduce subrepticiamente en todas las cosas como causa; <strong>el</strong><br />

concepto <strong>de</strong> «ser» se sigue, <strong>de</strong>ductivamente, d<strong>el</strong> concepto <strong>de</strong> «yo»... A la base está ese<br />

enorme y fatídico error <strong>de</strong> que la voluntad es algo que produce efectos, <strong>de</strong> que la<br />

voluntad es una facultad. Hoy sabemos que no es más que una palabra... Mucho más<br />

tar<strong>de</strong> en un mundo mil veces más ilustrado, <strong>los</strong> filósofos tomaron conciencia muy<br />

sorprendidos <strong>de</strong> la seguridad y <strong>de</strong> la certeza subjetiva en <strong>el</strong> manejo <strong>de</strong> las categorías <strong>de</strong><br />

la razón; sacaron entonces la conclusión <strong>de</strong> que tales categorías no podían proce<strong>de</strong>r <strong>de</strong><br />

algo empírico; todo lo empírico, <strong>de</strong>cían, está efectivamente en contra <strong>de</strong> <strong>el</strong>las...<br />

¿De dón<strong>de</strong> proce<strong>de</strong>n, pues? Tanto en la India como en Grecia se cometió <strong>el</strong><br />

mismo error: «<strong>de</strong>bemos haber vivido ya antes en un mundo superior (en lugar <strong>de</strong> <strong>de</strong>cir<br />

en un mundo inferior, lo que habría sido cierto); <strong>de</strong>bemos haber sido seres divinos, ya<br />

que tenemos la razón.» Realmente, nada ha tenido hasta hoy un po<strong>de</strong>r <strong>de</strong> convicción<br />

más ingenuo que <strong>el</strong> error r<strong>el</strong>ativo al ser, tal y como fue formulado por <strong>los</strong> <strong>el</strong>eatas, por<br />

ejemplo. Cuenta a su favor con cada palabra, con cada frase que pronunciamos. Incluso<br />

<strong>los</strong> adversarios <strong>de</strong> <strong>los</strong> <strong>el</strong>eatas se rindieron al hechizo d<strong>el</strong> concepto <strong>de</strong> ser que <strong>de</strong>fendían<br />

aqu<strong>el</strong><strong>los</strong>: entre otros, Demócrito, cuando inventó su átomo. ¡Esa vieja embustera que es<br />

la razón se había introducido en <strong>el</strong> lenguaje! Mucho me temo que no conseguiremos<br />

librarnos <strong>de</strong> Dios mientras sigamos creyendo en la gramática...<br />

6<br />

Creo que se me agra<strong>de</strong>cerá que con<strong>de</strong>nse una i<strong>de</strong>a tan esencial y tan nueva en<br />

cuatro tesis. De esta forma se me enten<strong>de</strong>rá mejor y suscitará las contradicciones.<br />

Primera tesis. Las razones por las que se ha consi<strong>de</strong>rado que «este» mundo es<br />

aparente constituyen más bien <strong>el</strong> fundamento <strong>de</strong> su realidad; cualquier otra forma <strong>de</strong><br />

realidad resulta totalmente in<strong>de</strong>mostrable.<br />

Segunda tesis. Las características que son atribuidas al «verda<strong>de</strong>ro ser» <strong>de</strong> las<br />

cosas son precisamente <strong>los</strong> rasgos distintivos d<strong>el</strong> no ser, <strong>de</strong> la nada; <strong>el</strong> «mundo<br />

verda<strong>de</strong>ro» ha sido concebido a base <strong>de</strong> contra<strong>de</strong>cir <strong>el</strong> mundo real. Ese presunto<br />

«mundo verda<strong>de</strong>ro» es en realidad un mundo aparente por no ser más que una ilusión <strong>de</strong><br />

óptica moral. Tercera tesis. No tiene sentido inventar fábulas respecto a «otro» mundo<br />

14

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!