11.01.2013 Views

nietzsche-el-ocaso-de-los-idolos

nietzsche-el-ocaso-de-los-idolos

nietzsche-el-ocaso-de-los-idolos

SHOW MORE
SHOW LESS

You also want an ePaper? Increase the reach of your titles

YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.

Proyecto Espartaco 2000 – 2002<br />

Fe<strong>de</strong>rico Nietzsche - El Ocaso <strong>de</strong> <strong>los</strong> Ído<strong>los</strong><br />

extraordinaria tensión inferior se <strong>de</strong>scarga entonces externamente en hostilida<strong>de</strong>s<br />

tremendas y brutales. Las ciuda<strong>de</strong>s se <strong>de</strong>spedazaban entre sí para que sus habitantes<br />

consiguieran estar en paz consigo mismos. Había que ser fuerte: <strong>el</strong> p<strong>el</strong>igro estaba cerca,<br />

acechaba por todas partes. La admirable agilidad corporal, <strong>el</strong> realismo temerario y <strong>el</strong><br />

inmoralismo que caracterizaban a <strong>los</strong> h<strong>el</strong>enos fue una necesidad, no algo natural. Fue un<br />

resultado, no algo que existiera <strong>de</strong>s<strong>de</strong> <strong>el</strong> principio. Y con las fiestas y las artes no se<br />

pretendía otra cosa que sentirse y mostrarse por encima <strong>de</strong> <strong>los</strong> <strong>de</strong>más: eran medios <strong>de</strong><br />

autoglorificarse, y en <strong>de</strong>terminadas ocasiones <strong>de</strong> infundirse miedo <strong>de</strong> sí mismos...<br />

¿Cómo se pue<strong>de</strong> juzgar a <strong>los</strong> griegos por sus filósofos, al igual que hacen <strong>los</strong><br />

alemanes, recurriendo, por ejemplo, a la mojigatería <strong>de</strong> las escu<strong>el</strong>as socráticas para<br />

explicar lo que era, en <strong>el</strong> fondo, lo h<strong>el</strong>énico? ¡Como si <strong>los</strong> filósofos no hubieran sido,<br />

realmente, <strong>los</strong> <strong>de</strong>ca<strong>de</strong>ntes d<strong>el</strong> mundo griego, <strong>el</strong> movimiento <strong>de</strong> reacción contra <strong>el</strong> gusto<br />

antiguo, aristocrático (contra <strong>el</strong> instinto agonal, la polis, <strong>el</strong> valor <strong>de</strong> la raza, la autoridad<br />

<strong>de</strong> la tradición)! Se predicaron las virtu<strong>de</strong>s socráticas porque <strong>los</strong> griegos habían perdido<br />

las suyas: al volverse todos irritables, temerosos, inconstantes y farsantes, tenían<br />

razones <strong>de</strong> sobra para permitir que les predicaran la moral. Aunque con <strong>el</strong>lo no se<br />

consiga nada, ¡cuánto les gusta a <strong>los</strong> <strong>de</strong>ca<strong>de</strong>ntes <strong>los</strong> gran<strong>de</strong>s términos y <strong>los</strong> gran<strong>de</strong>s<br />

gestos!<br />

4<br />

Yo fui <strong>el</strong> primero que, para enten<strong>de</strong>r <strong>el</strong> instinto h<strong>el</strong>énico más antiguo, aún rico e<br />

incluso <strong>de</strong>sbordante, consi<strong>de</strong>ré con toda seriedad ese admirable fenómeno que lleva <strong>el</strong><br />

nombre <strong>de</strong> Dionisio, y que sólo se pue<strong>de</strong> explicar con un exceso <strong>de</strong> fuerza. Quien<br />

estudie a fondo a <strong>los</strong> griegos, como Jakob Burckhardt <strong>de</strong> Basilea, <strong>el</strong> más profundo<br />

conocedor <strong>de</strong> su cultura <strong>de</strong> <strong>los</strong> que siguen en vida, compren<strong>de</strong>rá inmediatamente la<br />

importancia <strong>de</strong> mi observación: por eso Burckhardt añadió a su libro La cultura <strong>de</strong> <strong>los</strong><br />

griegos un capítulo especialmente <strong>de</strong>dicado a este fenómeno.<br />

Si se quiere ver cuál es la antítesis <strong>de</strong> esto, obsérvese la casi divertida pobreza <strong>de</strong><br />

instinto que manifiestan <strong>los</strong> filósofos alemanes cuando se acercan a lo dionisiaco,<br />

empezando por Lobeck, que se introdujo arrastrándose en ese mundo <strong>de</strong> estados<br />

misteriosos con la respetable seguridad <strong>de</strong> un gusano criado entre libros, convencido <strong>de</strong><br />

que lo que hacía era científico cuando en realidad resultaba frívolo y pueril hasta la<br />

náusea. Lobeck ha hecho saber, que con un gran <strong>de</strong>spliegue <strong>de</strong> erudición, que casi<br />

ninguna <strong>de</strong> esas cosas tan interesantes tiene la menor importancia. He señalado que<br />

quizás <strong>los</strong> sacerdotes comunicaran a quienes participaban en tales orgías algunos<br />

conocimientos no faltos <strong>de</strong> valor, como, por ejemplo, que <strong>el</strong> vino produce alegría que a<br />

veces <strong>el</strong> hombre se alimenta sólo <strong>de</strong> frutos, que las plantas florecen en primavera y se<br />

marchitan en otoño. Respecto a la sorpren<strong>de</strong>nte riqueza <strong>de</strong> ritos, símbo<strong>los</strong> y mitos <strong>de</strong><br />

origen orgiástico, en la que <strong>el</strong> mundo antiguo se muestra tan pródigo, Lobeck halla la<br />

ocasión <strong>de</strong> manifestarse más ingenioso aún. «Los griegos —dice en Aglaophamus, I,<br />

672—, cuando no tenían otra cosa que hacer, reían, saltaban, corrían <strong>de</strong> un lado para<br />

otro, o, como <strong>el</strong> hombre encuentra también placer en <strong>el</strong>lo, se sentaban y se ponían a<br />

llorar y a lamentarse. Luego vinieron otros que buscaron una razón que explicara esta<br />

64

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!