Ifda dossier 47, May/June 1985

luciones bilaterales y las politicas de fuerza, una irresponsabilidad
tanto de 10s gobiernos como de 10s bancos que nos transformaron en deu-
dores indigentes y pollticas nacionales que exacerban la polarization
social y la extrema pobreza, son todas causas de nuestra actual situa-
c ion.
Salvo ciertas situaciones de amenazas externas a America Latina en
Centroamerica, el Caribe y el AtlSntico Sur, la gran mayorfa de 10s gas-
tos militares en la region, y particularmente en America del Sur, se
fundamentan en hipotesis de guerra en contra de quienes damos en llamar
nuestros "palses hermanos". Los annamentos de m& alto costo se adquie-
ren para defendernos de eventuales ataques de palses vecinos con 10s
cuales subsisten disputas territoriales o marltimas de diversa natura-
leza. Relativamente hablando, 10s fondos destinados a compras de armas
por problemas de orden y seguridad interna son sustancialmente menores.
Hay en todo esto una esquizofrenia polltica y cultural. For un lad0 nos
annamos 10s unos contra 10s otros y por otro lad0 proclamamos nuestra
eterna amistad. Quienes hemos participado en 10s esfuerzos por hacer
realidad la integration economics de la region, bien sabemos que entre
10s multiples obstiiculos que se leventan en su contra estSn las suspica-
cias y resentimientos que provocan 10s conflictos fronterizos heredados
del pasado lejano o cercano.
No hay duda de que hay que reflexionar sobre este punto. Que pasaria si
esos conflictos no existieran? 0 dicho de otra manera, qu6 podemos
hacer para que se ateniien y resuelvan? Como desactivar progresivamente
estos eventuales enfrentamientos? Chile y Argentina han dad0 un buen
ejemplo, m5s all5 de 10s juicios sobre 10s t6nninos de la negociacion.
For qu6 ha de ser imposible que otros palses tambign privilegien la paz
externa por encima del armamentismo y la confrontation latente?
Para lograr ese objetivo, hay un largo trecho que recorrer. Lo central
ahora es tomar conciencia del problema y estimular su discusion. En ell0
tendriin gran responsabilidad las organizaciones sociales, 10s partidos
pollticos, 10s medios de comunicaci6n. las organizaciones femeninas y la
juventud, entre otros. Son temas de tal envergadura nacional que requie-
ren ser analizados publicamente como es la prSctica en palses como Esta-
dos Unidos, Alemania y Suecia. Supone tambien, en las Fuerzas Armadas de
la region, una disposition para asumir esta perspectiva como la mejor
expresion contempor5nea del intergq'nacional. Hay que inmovilizar el
gatillo de la guerra con una gran voluntad nacional y popular de paz. En
muchos lugares esa voluntad ya existe, como 10 ha demostrado el pueblo
argentine, que aprob6 con mzs del 80 por ciento de sus votos el tratado
de paz con Chile.
Aprovechemos la creciente "coincidencia democrStica" en America del Sur
como punto de partida para una iniciativa polltica regional en que las
democracias se comprometan con la paz en las fronteras y eliminen - por
las vias adecuadas a cada caso - una de las causas principales del arma-
mentismo. Y en esta via, por qu6 no pensar que nuestros paises tambisn
se propongan llegar a "acuerdos efectivos destinados a evitar la carrera
armamentista" en esta parte de America Latina?
tTodo esto, sera utopia o maximo realism0 en las actuates
circunstancias?