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049 Issue # 11/11 : PublIc Issues
la ciudad, quienes para su sorpresa fueron recibidos por la gente con aplausos de
reconocimiento a su labor. Esta impredecible reacción del público generó el elemento
más fuerte y exitoso del proyecto.
La Ciudad de México es un espacio gris y al mismo tiempo lleno de color, es un lugar
amable y hostil, es una urbe que hospeda multitudes y se vive en solitario, puede ser
urbana pero la constituye lo rural, es ella y su opuesto. Es un contexto casi indescriptible,
necesariamente definido a partir de múltiples imaginarios, nadie puede
conocerlo por completo, transitarlo o poseerlo, es un organismo en constante transformación.
Esta ciudad está llena de catástrofes y milagros, de infinitas miserias y
riquezas y puede generar de igual modo el sentimiento de estar ya sea en el centro del
universo o en el fin del mundo.
DF es la ciudad que no es, la que se autodestruye y busca su supervivencia. Su perife-
ria avanza y la mancha urbana se ubica a cada instante en un lugar más lejano en el
espacio. Sus límites dejan de ser. Sus fronteras se ven y se presienten constantemente
pero la metrópoli es ya en realidad incontenible.
Desde 1950 la población de la Ciudad de México se multiplicó y el área urbana comenzó
a desbordarse del territorio central hacia los terrenos desocupados de la periferia.
La concentración de la actividad económica industrial en el Distrito Federal estimuló la
inmigración rural proveniente de otros estados del país, especialmente de los más pobres.
Este fenómeno queda particularmente retratado en el filme de Luis Buñuel los Olvida-
dos, realizado en 1950, que le otorgó el premio al mejor director del festival de Cannes
y que fue también reconocido por la UNESCO como Patrimonio de la Humanidad.
Hacia la década de 1980, el Distrito Federal era la entidad más poblada del país, pero
sufrió un reacomodo significativo a partir del sismo de 1985 ya que parte de la población
de las zonas del centro más afectadas por el terremoto se fue a residir al sur
de la ciudad., Esto resultó en que esas zonas terminaran pobladas de gente más joven que
las popularizó y ocasionó que finalmente se generara un proceso de aburguesamiento,
que actualmente también se ha generado en otra de las zonas más afectadas por el terre-
moto, el Centro Histórico. Tal proceso ha mudado el sentido habitacional de esas zonas
a uno principalmente comercial.
En 2003 la ciudad desbordó oficialmente los límites territoriales del Distrito Federal
y desde entonces se le denomina Zona Metropolitana de la Ciudad de México (ZMCM), la
cual incluye toda la zona metropolitana que es parte de la mancha urbana de los estados
vecinos. Con nuevo nombre, la ciudad seguiría siendo inabarcable. Una de las obras que
documenta esta magnitud es spiral city (2002) de Melanie Smith, artista inglesa, en
la que registra en un video de 5 minutos la mancha urbana tomada desde un helicóptero
siguiendo el trazo en espiral de Robert Smithson. El video en blanco y negro termina
abstrayendo la ciudad a una textura gris.
Pero mirándola de cerca, la ciudad de México no es una sola, ha sido muchas a lo largo de
la historia. Ahora lo que antes fuera el lago de la isla Tenochtitlan está cubierto
de pavimento, transitarla implica retroceder y avanzar en sus épocas, recorriendo un
sincretismo manifiesto en su arquitectura y relaciones sociales.
La Ciudad de los Palacios
La pérdida de capacidad económica en México ha herido profundamente su desarrollo
arquitectónico y planeación urbana, otrora más complaciente a sus habitantes. La arqui-
tectura generosa, planeada y artesanal ha venido siendo paulatinamente reemplazada por
estructuras mínimamente funcionales, materiales económicos, diseños estándar, medidas
estándar, desarrollando espacios habitacionales que más que basados en la escala humana
parecen basados en la escala de la economía de la mayoría de la población.
Abraham Cruzvillegas - con un proyecto reciente que se materializó en obra escultórica,
una película y una obra de teatro-realiza un importante trabajo de análisis de la
práctica urbana conocida como "autoconstrucción" (Imagen 4). Partiendo de referencias
históricas personales, llega a entenderlo como un proceso cálido en el que la soli-
daridad entre vecinos y familiares es primordial, no solo como capital compartido sino
como un entorno educativo que ayuda a cualquier individuo como parte de una comunidad
a entender su propia circunstancia. Y es precisamente la práctica de la autoconstrucción
la que ha generado las áreas residenciales de clase popular en las que espacios como
mercados, plazas, calles cumplen en realidad su función de espacios públicos sociales.
El espacio público en la Ciudad de México no es necesariamente el que, como regla gene-
ral, abarca los espacios abiertos de circulación. Este espacio en realidad varía de
acuerdo a condiciones de clase y los territorios que a partir de éstas se generan. La
que para un habitante pueda ser una zona de tránsito y esparcimiento ubicada en alguna