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BUMERÁN CHÁVEZ

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Había una cobertura ideológica para tranquilizar las<br />

conciencias que aún no estuvieran maleadas por la corrupción:<br />

en la guerra asimétrica que Venezuela decía combatir contra<br />

Estados Unidos todo instrumento era válido para dañar al<br />

enemigo. Esta arma, a diferencia de otras de elevado costo,<br />

tenía la ventaja de que además producía dinero, para la<br />

revolución bolivariana y, especialmente, para sus agentes<br />

abanderados. En ese esquema, el chavismo requería también<br />

de una Justicia que igualmente podría calificarse de<br />

asimétrica, y de unos cuantos jueces que la oficiaran. El<br />

magistrado Eladio Aponte fue uno de ellos.<br />

«Te sientes importante porque el presidente te llama,<br />

porque vas al Palacio de Miraflores», contaría avergonzado.<br />

Después de meses viviendo en Washington, el exmagistrado<br />

veía las cosas con otra luz. En diversos encuentros que<br />

mantuvimos para que rememorara su labor en Venezuela,<br />

Aponte se sorprendía a sí mismo elogiando el equilibrio de<br />

poderes que apreciaba en Estados Unidos. No renegaba de su<br />

formación comunista, pero se daba cuenta de que el chavismo<br />

había sido una huida hacia delante que había destruido el<br />

Estado de Derecho. Admitía culpa en ese proceso, aunque<br />

menos de la que probablemente le correspondía, pues<br />

guardaba silencio sobre ciertos aspectos y aducía frecuentes<br />

argumentos exculpatorios. Como redención, decía querer<br />

ganarse el respeto de los venezolanos. La vía más directa para<br />

eso era contar la verdad, y el señalamiento de Chávez,<br />

aseguraba, era parte obligatoria de esa verdad.<br />

Así, Aponte explicaba que era convocado a Miraflores<br />

muchas veces de madrugada. No por afán de secretismo, sino<br />

por el ritmo vital del comandante que, si bien no se levantaba<br />

tarde, acumulaba desordenadamente gestiones para el final de

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