VIVA NOLA May 2019

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El Paso Familiar
Jorge y María Oseguera, propietarios del restaurante El Paso en Mandeville.
Por AnaMaria Bech
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Jorge Oseguera y su familia son uno de
los tantos ejemplos de perseverancia
de inmigrantes que a través de
su entrega al trabajo han logrado
conseguir sus sueños. Luego de
trabajar por varios años en la industria
de restaurantes, Oseguera llegó a El
Paso con la iniciativa de convertirse en
socio.
Desde Michoacán en México, pasó
por la Florida donde vivió varios
años y trabajó en otros restaurantes.
Ahí conoció a su esposa María, la
venezolana con quien salió de la Florida
para hacer de Luisiana su hogar por
los últimos once años. Desde que
trabajaban juntos, estaba muy claro
que la meta de Oseguera era ser dueño
de negocio. Una meta cumplida ahora
como socio de El Paso, restaurante que
cuenta con sucursales en seis estados
del país.
“Todo en esta vida es así. Tú pones en tu
mente lo que quieres hacer, y tú sabes lo
que necesitas para hacerlo. En estos casos
lo que necesitas es trabajar duro, ahorrar,
y así poder ofrecer dinero para formar
parte del negocio”, asegura Oseguera.
En este año la franquicia El Paso ha
abierto seis restaurantes nuevos. El
Paso de Mandeville, tiene un significado
especial porque en él, radica su mayor
inversión: la familia. Su hermano
José y su cuñada Sugey administran
el restaurante que abrió sus puertas
hace dos años. Aunque para muchos,
trabajar con la familia pueda resultar
difícil, para Jorge poder contar con el
apoyo de ellos es de gran ayuda porque
sabe que son muy buenos en lo que
hacen y además porque “son buenas
personas.”
Y la fórmula familiar funciona como
filosofía en El Paso. “Nosotros dejamos
los espacios de cada uno, respetamos
sus decisiones y su autonomía como
administradores”, y aunque en otros
restaurantes no es un hermano
quien administra, Oseguera prefiere
tratar a todos los empleados como si
fueran miembros de la familia. “No
tengo empleados, tengo colegas”, dice
explicando que muchas compañías
cometen el error de no apreciar el
talento entre sus propios empleados.
Y es ese trato familiar el que ha creado
un lazo de lealtad. “Me da gusto que,
habiendo tanta competencia, se dediquen
a trabajar en El Paso y se queden con
nosotros.”
A pesar de ser el jefe, palabra que
no acepta, Oseguera trabaja largas
jornadas y no tiene días libres. Su
familia entiende que su sacrificio es
por el bien de todos, y aunque tratan
de pasar tiempo juntos, no es algo
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