No. 30 - Its Gran Canaria Magazine

EDICIÓN 30
GET TO KNOW GRAN CANARIA I CONOCE GRAN CANARIA
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Para cualquier visitante que recorra la isla durante
todo el verano, las fiestas populares en Gran
Canaria sorprenden por su diversidad y originalidad.
Muchas de ellas arraigadas e inspiradas en el
paisaje y su paisanaje, que las hacen reconocibles
como expresión de la naturaleza y las tradiciones
del pueblo isleño. Fruto de esa vinculación con
la tierra, nos encontramos con nombres de celebraciones
tan simples y a la vez tan atrayentes
como La Rama, la Traída del Agua o del Barro o
del Gofio, El Charco, la Cuevita, El Almendro, etcétera.
Un largo inventario, catálogo o agenda festiva
que demuestra el lado alegre del vínculo de la
población con su pequeño territorio, al recrearse
en lo telúrico.
Teror es agua, naturaleza, historia de
la emigración y parranda
De entre todas las celebraciones, destaca la fiesta
insular, el Día del Pino, en honor a la Virgen del
Pino, en las que se entremezcla el fervor popular
con varios de los símbolos más representativos
de nuestro pueblo. De hecho, su momento más
destacado es la romería que en la víspera se realiza
desde todos los puntos cardinales de la isla
hacia la Villa Mariana, con una masiva afluencia
de personas que recorren los antiguos senderos
para cumplir sus promesas o, simplemente, atraídos
por la fiesta, la parranda y el reencuentro con
la familia y amigos. La manifestación religiosa
tiene su origen uno de los iconos naturales más
representativos de nuestra flora, recordado en
las crónicas como un santuario natural de grandes
ejemplares de flora canaria en el interior de
una selva mágica y cargada de leyendas. De ahí
que este lugar fuera venerado por los antiguos
canarios, un gran templo natural cubierto por
un enorme ejemplar del antiguo pinar que nació
en una tierra nacida del fuego y modelada por
el agua, por el perseverante y húmedo alisio, los
temporales de sur y la omnipresencia del Océano
Atlántico. En medio de aquel ‘Jardín de las Hespérides’,
un ejemplar sobresalía en el paisaje insular,
rodeado de dragos, dominando este bosque de
laurisilva, rodeado por los manantiales que brotaban
de sus raíces con el sabor y aroma del Atlántico
llegado del norte.
Ahí tenemos otro de los elementos fundamentales
de la tradición y la lucha permanente de los
isleños para su supervivencia: El agua, la garantía
de vida, de felicidad para el campo isleño y que da
sentido a su paisaje. Además, en la Villa de Teror,
la principal industria local ha sido sus fuentes de
aguas minerales, recogida de los barrancos en la
Madrelagua y de la Laguna de Osorio. Porque los
peregrinos tenían como uno de sus objetivos beber
del naciente de agua medicinal que brotaba
a los pies de aquel pino, hasta que un temporal
lo arrancó en 1864, ya demasiado cargado y viejo
para soportar las potentísimas ráfagas de viento.
Tanto las sequías como los temporales, además
de los ataques de piratas, plagas de langosta o
epidemias, supusieron el día a día de la población
isleña, la que encontró en la emigración la válvula
de escape a las dificultades y hambrunas. De
ahí que esta celebración del Pino sea también el
escenario en el que se representa el nexo cultural
con Latinoamérica que renace en nuestros sentimientos
a través de la música, porque el canario
tiene los pies en África, la mente en Europa y el
corazón en América.
El municipio de Teror ofrece este año una nueva
imagen que mejora el bello conjunto urbano, con
el templo restaurado, frente al que se sitúa el renovado
edificio donde se encontraba el antiguo
café 'Americano’, punto de encuentro y tertulia
durante las fiestas, pero también a lo largo de
todo el año, ya que Teror no atrae solamente peregrinos
durante septiembre sino todos los días,
el pueblo en el que cada rincón está descrito en
canciones de arraigo popular.