cámara de diputados - Biblioteca del Congreso Nacional de Chile
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social y religiosa por culpa <strong>de</strong> una situación familiar irremediablemente quebrada, concurriremos con nuestro<br />
voto a aprobar el presente proyecto.<br />
He dicho.<br />
El señor MARTÍNEZ, don Gutenberg (Presi<strong>de</strong>nte).- Tiene la palabra el Diputado señor Sergio<br />
Elgueta.<br />
El señor ELGUETA.- Señor Presi<strong>de</strong>nte, ayer a<strong>de</strong>lanté algunos juicios sobre este proyecto,<br />
comparándolo con el que rechazamos anoche.<br />
Hoy, quiero contestarme la siguiente interrogante: ¿pue<strong>de</strong> un chileno católico, <strong>de</strong>mocratacristiano,<br />
político, propiciar una ley que permita disolver el vínculo matrimonial?<br />
En una oportunidad, cuando era candidato presi<strong>de</strong>ncial, a John Kennedy se le preguntó si era<br />
católico. Él respondió: “Yo soy un norteamericano católico.” Y yo también respondo acá: yo soy un chileno,<br />
un político católico. En consecuencia, <strong>de</strong>bo pensar en el bien común y tengo que <strong>de</strong>cidir sobre serios<br />
problemas, frente a los cuales <strong>de</strong>bo elegir una opción.<br />
Respecto <strong>de</strong>l matrimonio, la Democracia Cristiana alemana señala en su programa lo siguiente: “El<br />
matrimonio es el i<strong>de</strong>al <strong>de</strong> una comunidad entre el hombre y la mujer. Es la mejor base <strong>de</strong> responsabilidad<br />
compartida entre la madre y el padre en la educación <strong>de</strong> sus hijos. A pesar <strong>de</strong> que nuestra sociedad advierte la<br />
amenaza <strong>de</strong> un fracaso que se cierne sobre los relacionamientos, sea actualmente mayor que nunca, entre la<br />
mayoría <strong>de</strong> los hombres y mujeres, prevalece el anhelo <strong>de</strong> encontrar en el matrimonio confianza, amor y<br />
compañerismo. Eso <strong>de</strong>be contar con la protección <strong>de</strong> nuestras leyes. El matrimonio y la familia necesitan un<br />
apoyo especial.” Y agrega: “Respetamos las relaciones no matrimoniales y la <strong>de</strong>cisión consciente <strong>de</strong> vivir sin<br />
las ataduras legales <strong>de</strong> un matrimonio. Sin embargo, nos oponemos a una equiparación legal <strong>de</strong> estas<br />
relaciones.”<br />
Nuestro partido, en 1991, en su congreso nacional -que es la máxima reunión <strong>de</strong>l partido- dice en<br />
una <strong>de</strong> sus conclusiones: “En un estado separado <strong>de</strong> la Iglesia un partido <strong>de</strong> inspiración cristiana <strong>de</strong>be<br />
contribuir con seriedad a establecer una agenda ineludible y oportuna que permita modificar el contrato civil<br />
<strong>de</strong>l matrimonio. No correspon<strong>de</strong> prejuzgar acerca <strong>de</strong> la o las posiciones <strong>de</strong>l partido ante tal situación<br />
hipotética. Dichas posiciones individuales o colectivas <strong>de</strong>ben adoptarse en conciencia”. Y aun esta<br />
<strong>de</strong>terminación <strong>de</strong> mi partido en ese congreso, me parece insuficiente, porque ante esto cabe preguntarnos si<br />
como políticos o legisladores, cuando <strong>de</strong>bemos tomar una opción o una <strong>de</strong>cisión, tenemos que actuar en<br />
relación con nuestra moral individual o en relación con la voluntad <strong>de</strong> los que nos eligieron como sus<br />
representantes en este recinto.<br />
Ése es un problema que se pue<strong>de</strong> discutir mucho tiempo, pero está absolutamente claro que, <strong>de</strong>ntro<br />
<strong>de</strong> nuestro Partido Demócrata Cristiano, como políticos y católicos, tenemos libertad <strong>de</strong> conciencia para<br />
optar.<br />
A<strong>de</strong>más, la propia Iglesia Católica, en varios documentos, especialmente en su constitución pastoral<br />
“Gaudium et Spes”, <strong>de</strong> 1965, ha reconocido la legítima pluralidad <strong>de</strong> opiniones temporales discrepantes y que<br />
se <strong>de</strong>be respetar a los ciudadanos que, aun agrupados, <strong>de</strong>fien<strong>de</strong>n lealmente su manera <strong>de</strong> ver. Agrega que es<br />
<strong>de</strong> suma importancia, sobre todo allí don<strong>de</strong> existe una sociedad pluralística, tener un recto concepto <strong>de</strong> las<br />
relaciones entre las comunida<strong>de</strong>s políticas y la Iglesia y distinguir netamente entre la acción que los cristianos<br />
aislada o asociadamente lleven a cabo a título personal como ciudadanos <strong>de</strong> acuerdo con su conciencia<br />
cristiana y la acción que realizan en nombre <strong>de</strong> la Iglesia en comunión con sus pastores.<br />
El propio Paulo VI, según he leído en su biografía, escrita por un sacerdote jesuita, cuenta que Aldo<br />
Moro le pidió una audiencia para tratar el problema <strong>de</strong>l divorcio, y el Papa, a través <strong>de</strong> un intermediario, le<br />
contestó que no lo recibiría, porque ese era un problema que, en Italia, correspondía <strong>de</strong>cidir exclusivamente a<br />
los políticos.<br />
Des<strong>de</strong> ese punto <strong>de</strong> vista, me siento autorizado como católico, chileno y <strong>de</strong>mocratacristiano, a tener<br />
esta opción y, por eso, he colaborado y patrocinado el proyecto.<br />
Pero quiero dar otro antece<strong>de</strong>nte -tal vez aquí se repita la historia-. Hace casi cincuenta años,<br />
Radomiro Tomic, en la Cámara <strong>de</strong> Diputados, cuando se afirmaba que el comunismo era intrínsecamente<br />
perverso y, en consecuencia, <strong>de</strong>bería ser eliminado <strong>de</strong>l registro <strong>de</strong> los partidos <strong>de</strong> la República, dice: “Es<br />
verdad que <strong>de</strong>ntro <strong>de</strong> la tesis <strong>de</strong>l pensamiento católico <strong>de</strong> un Estado cristiano i<strong>de</strong>al, el error no tiene <strong>de</strong>rechos<br />
y po<strong>de</strong>mos asimilarlo al divorcio y, en consecuencia, en ese Estado i<strong>de</strong>al, el divorcio no <strong>de</strong>bería existir”.<br />
“Pero entendámonos, señores Diputados -dijo nuestro lí<strong>de</strong>r-, para quienes el hecho <strong>de</strong> ser<br />
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