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cámara de diputados - Biblioteca del Congreso Nacional de Chile

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otro? ¿Cómo se <strong>de</strong>volverán los años <strong>de</strong> vida, los proyectos mutuos, íntimos, el amor que ambos les<br />

entregaron a sus hijos? ¿Cómo se <strong>de</strong>volverán las promesas hechas para toda la vida? ¡Imposible!<br />

Entonces, <strong>de</strong>s<strong>de</strong> un punto <strong>de</strong> vista estrictamente jurídico, como se observa, resulta absurdo que en el<br />

Parlamento, en <strong>de</strong>masía, se vea forzando el <strong>de</strong>recho con este proyecto, al <strong>de</strong>shacer y <strong>de</strong>struir un contrato que<br />

es institución, mucho más que el mero contrato. Por lo mismo, es un contrato <strong>de</strong> or<strong>de</strong>n natural.<br />

No he señalado ninguna consi<strong>de</strong>ración <strong>de</strong> or<strong>de</strong>n religiosa. Si las agregáramos, ¡por Dios!, se<br />

fortalecería mucho más ese concepto.<br />

Una última palabra. Aquellos que profesamos una fe hemos recibido esta mañana agravios; incluso,<br />

se ha agraviado a la Iglesia a la cual pertenecemos. Esos agravios contribuyen, <strong>de</strong> una manera muy gran<strong>de</strong>, a<br />

fortalecer todavía mucho más nuestra fe y nuestra filial adhesión -en nuestro caso- a la Santa Madre Iglesia<br />

Católica.<br />

He dicho.<br />

El señor ORTIZ (Presi<strong>de</strong>nte acci<strong>de</strong>ntal).- Se pasó en un minuto el Diputado señor Bombal.<br />

En el tiempo <strong>de</strong>l Comité <strong>de</strong>l Partido Por la Democracia, tiene la palabra el Diputado señor Octavio<br />

Jara, por ocho minutos.<br />

El señor JARA.- Señor Presi<strong>de</strong>nte, como se ha dicho, este <strong>de</strong>bate es histórico. Es tal vez el más<br />

trascen<strong>de</strong>ntal, <strong>de</strong>s<strong>de</strong> el punto <strong>de</strong> vista valórico, que ha hecho esta Cámara. A<strong>de</strong>más, tiene una enorme<br />

trascen<strong>de</strong>ncia porque permite precisar la forma en que los legisladores <strong>de</strong>bemos resolver los problemas que<br />

nos correspon<strong>de</strong>n.<br />

¿Po<strong>de</strong>mos legislar sólo en consi<strong>de</strong>ración a nuestras convicciones religiosas, filosóficas o prejuicios<br />

i<strong>de</strong>ológicos, o tenemos la obligación <strong>de</strong> consi<strong>de</strong>rar el bien común y el interés general <strong>de</strong> la sociedad?<br />

El matrimonio, como lo ha dicho el pastor luterano Richard Wagner, es una realidad humana, al<br />

igual que las rupturas. El divorcio es una fórmula humana para mitigar el dolor, el sufrimiento, el quiebre<br />

emocional <strong>de</strong> una ruptura matrimonial.<br />

Aquí estamos frente a un problema concreto y real. No estamos <strong>de</strong>cidiendo sobre conceptos<br />

abstractos o i<strong>de</strong>ales, respecto <strong>de</strong> lo que quisiéramos que fuera, pero que no lo es. Por cierto, todos queremos<br />

que los matrimonios sean para toda la vida, pero también sabemos que ello no es así. Más allá <strong>de</strong> nuestro<br />

querer o voluntad, todos fracasamos en la vida o po<strong>de</strong>mos fracasar. Todos estamos expuestos a cometer<br />

errores. El error y el fracaso forman parte <strong>de</strong> la realidad humana.<br />

¿Y por qué en este caso, que es tal vez el problema existencial más dramático <strong>de</strong>l ser humano,<br />

porque dice relación con su intimidad, sus afectos y con el curso futuro <strong>de</strong> su vida, se le niega toda<br />

posibilidad <strong>de</strong> asumir ese error o fracaso, <strong>de</strong> rehacer su vida, <strong>de</strong> seguir viviendo en la esperanza <strong>de</strong> lograr la<br />

felicidad?<br />

¿Cuál es el fundamento ético, jurídico y social para obligar a permanecer vinculadas a dos personas<br />

que ya no <strong>de</strong>sean estarlo? ¿Con qué <strong>de</strong>recho la ley pue<strong>de</strong> obligar a una unión o vínculo que <strong>de</strong>nigra, humilla,<br />

<strong>de</strong>squicia y hace posible que surjan las pasiones más bajas <strong>de</strong>l ser humano, como la ira y el resentimiento?<br />

¿Cómo es posible que se con<strong>de</strong>ne en estas circunstancias a seres humanos a la infelicidad permanente?<br />

El colega Elgueta citaba al ex Senador Tomic, quien expresaba que “en el estado cristiano i<strong>de</strong>al, el<br />

error no da <strong>de</strong>rechos.” Pero también <strong>de</strong>cía que no vivimos en el estado cristiano i<strong>de</strong>al y, por ello, <strong>de</strong>bemos<br />

reconocer que en estas circunstancias el error da <strong>de</strong>rechos. ¿Cuántas veces hemos discutido aquí el <strong>de</strong>recho<br />

<strong>de</strong>l <strong>de</strong>lincuente a rehabilitarse y a reintegrarse a la sociedad? ¿Por qué negar este elemental <strong>de</strong>recho a quienes<br />

han fracasado en su matrimonio? No confundamos las cosas.<br />

El divorcio, por cierto, no es una solución a las rupturas matrimoniales, pues éstas no tienen una<br />

solución absoluta. Jamás podremos evitarlas en su totalidad. Lo que sí po<strong>de</strong>mos hacer es tratar <strong>de</strong><br />

disminuirlas.<br />

Es cierto que los fracasos afectivos no podremos evitarlos y por ello, como legisladores, tenemos la<br />

obligación <strong>de</strong> generar una solución a un problema humano, una salida civilizada y razonable, que sea, al<br />

menos, un remedio, una oportunidad para rehacer emocional y afectivamente a miles <strong>de</strong> seres humanos que<br />

viven y sufren, tal vez, el mayor <strong>de</strong> los problemas. Esa salida, la <strong>de</strong>l divorcio vincular, es la alternativa<br />

posible, civilizada, humana y racional para dar solución a los problemas <strong>de</strong>rivados <strong>de</strong> los fracasos<br />

matrimoniales.<br />

Seamos claros, reconozcamos lo que es evi<strong>de</strong>nte. Aquí se ha dicho y reiterado que en <strong>Chile</strong> el<br />

divorcio existe a través <strong>de</strong> las nulida<strong>de</strong>s <strong>de</strong>l matrimonio. ¿Y por qué se usan las nulida<strong>de</strong>s matrimoniales?<br />

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