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cámara de diputados - Biblioteca del Congreso Nacional de Chile

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significa impedir, a la gran mayoría, el <strong>de</strong>recho a casarse en forma indisoluble y amenaza la estructura<br />

familiar que presenta nuestra gran fortaleza chilena.<br />

Deben buscarse soluciones que no afecten la estabilidad <strong>de</strong> matrimonios sanos. El divorcio crea<br />

muchos o más problemas y sufrimientos que los que soluciona.<br />

Se sostiene que la sociedad <strong>de</strong>bería mostrar mayor compasión por las personas cuyos matrimonios<br />

han fracasado y permitirles volver a casarse. Sin embargo, dado que el divorcio hace daño a la sociedad en<br />

general, al cónyuge, a los hijos abandonados y a los restantes matrimonios, la prohibición <strong>de</strong>l divorcio no es<br />

una falta <strong>de</strong> compasión hacia los que tienen problemas, sino que es una actitud responsable <strong>de</strong> una sociedad<br />

que aspira a promover la estabilidad <strong>de</strong>l matrimonio y a evitar mayores sufrimientos a otro número <strong>de</strong><br />

familias.<br />

El divorcio afecta negativamente también a los cónyuges. Crea inseguridad entre ellos. Mientras más<br />

absoluto sea su compromiso, mayores probabilida<strong>de</strong>s <strong>de</strong> éxito tiene el matrimonio. Y, al revés, mientras más<br />

restringida sea la entrega, mayores son los riesgos <strong>de</strong> fracasar.<br />

La alternativa <strong>de</strong> que uno <strong>de</strong> los cónyuges pueda pedir el divorcio y abandonar a su familia, unida a<br />

las tasas <strong>de</strong> disolución cada vez más altas, dificultan que se entreguen confiadamente el uno al otro y facilita<br />

los resguardos emocionales y económicos entre ellos. Para enfrentar con éxito los <strong>de</strong>safíos y dificulta<strong>de</strong>s<br />

propios <strong>de</strong>l matrimonio, se necesita un clima <strong>de</strong> seguridad y <strong>de</strong> confianza en el otro. Por lo tanto, la existencia<br />

<strong>de</strong>l divorcio le crea nuevos problemas a todo matrimonio.<br />

El divorcio facilita la irresponsabilidad matrimonial. La legislación hace más fácil a los esposos<br />

abandonar sus responsabilida<strong>de</strong>s, porque se producen cambios en los incentivos para enfrentar las<br />

dificulta<strong>de</strong>s matrimoniales. Cuando no hay divorcio y la pareja es para siempre, la reacción apropiada frente a<br />

un problema es procurar superarlo a cualquier precio; en caso contrario, existe la posibilidad <strong>de</strong> iniciar otra<br />

relación y, por lo tanto, hay una tentación mayor <strong>de</strong> mirar para el lado en lugar <strong>de</strong> resolver las dificulta<strong>de</strong>s<br />

con el cónyuge. Ello explica, en parte, que en cada país don<strong>de</strong> se ha aprobado la ley <strong>de</strong> divorcio se ha<br />

producido un aumento sustantivo en los fracasos matrimoniales.<br />

El divorcio transforma la crisis en rompimiento. Se suele creer que quienes pi<strong>de</strong>n el divorcio son<br />

personas cuyos matrimonios han fracasado completamente, esposos cuyos caracteres son incompatibles, por<br />

lo cual no tienen otra salida. Sin embargo, gran parte <strong>de</strong> quienes recurren al divorcio lo hacen en momentos<br />

<strong>de</strong> alteración emocional, o bien motivados por intereses egoístas. Así, muchas crisis que en un matrimonio <strong>de</strong><br />

por vida se solucionan, con una ley <strong>de</strong> divorcio terminan ante un tribunal. Todos conocemos ejemplos <strong>de</strong><br />

parejas que en algún momento tuvieron dificulta<strong>de</strong>s muy graves, que hacían suponer que era imposible una<br />

reconciliación, pero con el tiempo superaron las diferencias. Hoy, agra<strong>de</strong>cen no haber tenido la posibilidad <strong>de</strong><br />

poner fin a su matrimonio por la inexistencia <strong>de</strong> una ley <strong>de</strong> divorcio.<br />

El divorcio favorece la infi<strong>de</strong>lidad. Cuanto existe divorcio, las personas casadas pasan a ser posibles<br />

buenos partidos. Si las presiones <strong>de</strong> la vida familiar comienzan a agobiar, pue<strong>de</strong> resultar muy tentador<br />

empezar <strong>de</strong> nuevo y buscar refugio en una tercera persona, o conquistar una persona casada con la cual es<br />

posible, a su vez, casarse.<br />

El divorcio <strong>de</strong>struye todas las posibilida<strong>de</strong>s <strong>de</strong> un reencuentro familiar. Hay muchos casos <strong>de</strong><br />

familias abandonadas por uno <strong>de</strong> los esposos, que tienen la esperanza <strong>de</strong> que algún día la reconciliación se<br />

pueda producir. Es un sentimiento vivo que regrese el esposo ausente. El divorcio <strong>de</strong>struye esa esperanza.<br />

El divorcio impi<strong>de</strong> a los padres educar a sus hijos. Todo padre <strong>de</strong>sea educar a sus hijos. Para el niño<br />

es fundamental contar con la presencia y apoyo <strong>de</strong> sus padres, a fin <strong>de</strong> po<strong>de</strong>r <strong>de</strong>sarrollarse emocional y<br />

psíquicamente en forma sana y plena. Para un cónyuge es imprescindible contar con la ayuda <strong>de</strong>l otro en la<br />

difícil y compleja tarea <strong>de</strong> la educación y mantención <strong>de</strong> los hijos. Eso lo permite el matrimonio estable. Le<br />

da a la mujer la oportunidad <strong>de</strong> entregar permanentemente todo su cariño a los hijos, y al hombre, la<br />

satisfacción <strong>de</strong> verlos crecer. En Estados Unidos, un niño tiene una probabilidad superior al 50 por ciento <strong>de</strong><br />

no po<strong>de</strong>r vivir con sus dos padres. Por su parte, uno <strong>de</strong> ellos tiene igual probabilidad <strong>de</strong> no po<strong>de</strong>r vivir con<br />

sus hijos, y el otro <strong>de</strong> no contar con la ayuda personal <strong>de</strong>l cónyuge en la educación <strong>de</strong> los niños.<br />

El divorcio promueve una visión <strong>de</strong>formada <strong>de</strong>l hombre y <strong>de</strong> la mujer. En el matrimonio estable, la<br />

mujer y el hombre se consi<strong>de</strong>ran mutuamente compañeros para toda la vida y no como instrumentos para<br />

satisfacer sus propios <strong>de</strong>seos y caprichos. En una relación temporal y <strong>de</strong>sechable, aumenta la tentación <strong>de</strong><br />

consi<strong>de</strong>rar al otro como un instrumento a utilizar egoístamente: “Si me sirve, me mantengo a su lado; si no es<br />

así, lo abandono”.<br />

El divorcio no sirve para rehacer la vida. La mayoría <strong>de</strong> las personas que se divorcian vuelven a<br />

fracasar en su segundo o tercer matrimonio. Al incentivarlos a casarse <strong>de</strong> nuevo, la ley promueve<br />

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