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época pintaron Juan de Juanes y sus epígonos; los Ribalta y Juan de Sariñena;
nos dejaron sus joyas los Yáñez y Llanos; y San Leocadio y Pagano, traídos por
el Cardenal Rodrigo de Borja, quien más tarde sería el Papa Alejandro VI, nos
regalaron los magníficos ángeles del coro de la Catedral, felizmente recuperados
ahora, y contribuyeron a hacer de Valencia uno de los pueblos renacentistas del
mundo.
Fue el tiempo de Juan Luis Vives, de Honorato Juan y de Luis de Santángel;
o de Jerónimo de Vich, Embajador ante la Santa Sede que al volver a Valencia
mandó construir su palacio, en la calle que hoy lleva su nombre, con un magnífico
patio renacentista de mármol de carrara, que fue objeto de la terrible piqueta
en1860.
Fue la época de los Borja, de Alfonso, –Papa Calixto III en 1455-, y de
Rodrigo, -Papa Alejandro VI en 1492–, y con ellos la vida intelectual ascendió a
niveles nunca alcanzados. De la enorme influencia que ejercieron los miembros de
la ilustre dinastía setabense da medida la personalidad de César Borja en quien se
inspiró Maquiavelo para escribir su “Príncipe”, pero también el bello epitafio del
poeta Álvaro Fernando de Soria, grabado sobre la lápida de tan singular personaje
en la Catedral de Viana:
“Aquí jace en poca tierra
el que todo lo tenía;
el que la paz y la guerra
en la su mano tenía.
¡Oh tú que vas a buscar
cosas dignas de loar!
Si tú loas lo más digno,
aquí pare tu camino,
no cures de mas andar”.
És en el cuatroccento valencià quan es crea la nostra universitat; quan es forma
el “Llibre del Consolat del Mar”, monument jurídic, antecedent del modern dret
mercantil, el llibre de lleis marítimes més difòs per tota Europa, comparable al
Corpus Iuris romà que va governar el món durant segles, demostratiu de la riquea
valenciana basada en el seu comerç i en la seua portentosa expansió mediterrànea.
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