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arturo Cadenas: ¿Comprender películas desde la incomunicación?
tirse en profesionales del cine a convertirse en adoradores de la trasgresión, porque lo que
en el fondo exalta este vacuo narcisismo es una actitud de elogio hacia el rupturismo en
sí.
Pero es que, además, el problema del escepticismo generalizado referido al análisis de películas,
responde a una cuestión de más hondo calado social y apunta hacia una especie
de enfermedad colectiva, manifestada en dos perversiones culturales: en primer lugar, una
ajenidad, cuando no un desprecio, hacia el cine clásico y hacia la tradición que lo envuelve
y sus criterios de relevancia y, en segundo lugar, una exaltación de lo nuevo por “lo nuevo”
que favorece la instauración de nuevas mitologías freak o antitradición, subversivas en sí,
desde las que pueden ensalzarse toda suerte de dudosas originalidades. Y es que, el peligro
de la mentalidad relativista puede incluir el fenómeno de la aceptación sin más de cualquier
moda rupturista que se autoproclame como excepción artística, porque “nadie es más
que nadie”.
Piénsese que la comunicación social se hace posible gracias a reglas, prioritariamente morales,
que fomentan el diálogo a todos los niveles en mayor o menor medida. Pues bien,
grandes pensadores vienen denunciado las tentaciones contraculturales que, sin ofrecer
otra alternativa artística más allá del puro desbarajuste o de la provocación disfrazada de
libertad, abominan de los criterios artísticos (así como los morales o políticos), sobre todo
si éstos están vinculados a la tradición occidental. (6)
Por supuesto, no tengo el más mínimo reparo en reconocer que existen muchísimos productos
audivisuales valiosos (y para mí insospechados), por mucho que estén al margen
de mis preferencias, pero me niego a otorgarles el estatuto de intocables, porque ello sería
tanto como contribuir a promover la derrota de la racionalidad.
en conclusión, la ideología relativista, de creciente implantación en lo que popularmente
podríamos llamar “análisis de películas”, presenta dos fenómenos alarmantes desde la perspectiva
de la teoría de la Comunicación:
1- el recelo hacia el reconocimiento de la existencia de mejores comprensiones frente a
peores, favoreciendo el blindaje sin razonar, absolutivizando el “gusto de cada cual” y denunciando
supuestas “ofensas” sufridas por la autoestima de quien se ve compelido a razonar
sobre sus preferencias. Y ello es de un alcance negativo para el fomento de la cultura,
pues al afirmar que el error es imposible, se defiende, implícitamente, que nadie es capaz
de aportar nada relevante.
2- la posibilidad de aceptación pasiva de la autoproclamación de excelencia de ciertos
productos que, desde el interior de modas o movimientos “alternativos”, reclaman intangi-
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