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La Cancion de Clauda - La Leyenda de Golöel

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una plaza redonda no muy gran<strong>de</strong>. Mientras la recorrían,<br />

comenzó a llover como el guardián enano había predicho,<br />

en un principio una leve llovizna que al poco se convirtió<br />

en pesada lluvia que no tardaría en empaparlas si no<br />

buscaban cobijo. Al llegar a esa plaza redonda, vieron en<br />

el centro un pequeño pozo, también redondo, con un gran<br />

aro <strong>de</strong> metal adornado en la parte superior, <strong>de</strong> don<strong>de</strong><br />

colgaba una cuerda que se perdía en el agujero <strong>de</strong>l pozo, a<br />

la cual habría atada algún cubo para extraer el agua <strong>de</strong> la<br />

montaña. Alre<strong>de</strong>dor <strong>de</strong>l pozo, una superficie circular<br />

para ir echando agua se iba llenando, pero esta vez con la<br />

<strong>de</strong> la lluvia, que cada vez era más molesta... <strong>La</strong>s dos<br />

chicas, al llegar, vieron que todo estaba cerrado, había<br />

varios carteles anunciando algunos establecimientos, pero<br />

no llegaban a verlos bien por la niebla, la lluvia y las<br />

prisas. Uno <strong>de</strong> ellos <strong>de</strong>cía: Herrería Colmillos <strong>de</strong> Lobo<br />

Blanco. <strong>La</strong> puerta estaba cerrada, pero a través <strong>de</strong> una<br />

ventana se veía luz y vida. Allí se dirigieron casi<br />

corriendo, a cubrirse bajo el tejadito <strong>de</strong>l umbral <strong>de</strong> la gran<br />

puerta. Neya golpeó varias veces con una bola <strong>de</strong> metal<br />

embellecida con preciosos ornamentos que colgaba a modo<br />

<strong>de</strong> péndulo para llamar, y esperaron a que abrieran, pero<br />

nadie respondió, a pesar <strong>de</strong>l jaleo <strong>de</strong>l interior. Lo<br />

intentaron varias veces, sin conseguir que nadie<br />

respondiera, y se quedaron bajo el tejadito esperando a ver<br />

si la lluvia amainaba, pero no parecía ser así. En eso, que<br />

al otro lado <strong>de</strong> la plaza se escuchó el abrir <strong>de</strong> una puerta<br />

y unos gritos severos, al mirar, vieron como un robusto<br />

enano le gritaba a otro que yacía en el suelo, frente a la<br />

entrada <strong>de</strong> lo que parecía ser una taberna, <strong>de</strong> la que<br />

provenían gran<strong>de</strong>s voces e incluso música, las cuales<br />

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