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POESÍAS COMPLETAS - andes

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del mecanismo interno del verso. De ellas ha dicho Julio Cejador, reputado crítico español, que<br />

“son la única teoría verdaderamente científica en la materia.” Por solo esta proeza mental ganaría<br />

el potosino título de innovador.<br />

Pero donde Jaimes Freyre descuella como cima solitaria es en el área de la poesía<br />

modernista. Aquí hombre, político, gran señor, humanista, pensador se funden y armonizan para<br />

dar paso al vate. Es el bardo clásico. Nada sobra en su verso límpido, ceñido, rutilante. Nada o casi<br />

nada se podría eliminar de sus <strong>POESÍAS</strong> <strong>COMPLETAS</strong>, que reproducimos ahora para honra de<br />

las letras bolivianas.<br />

En un libro malaventurado —como muchos de los suyos— habla Luis Alberto Sánchez de<br />

la “liquidación del Novecientos” con prisa pueril, ignorando o aminorando la influencia del<br />

modernismo en el pensamiento sudamericano.<br />

Pasan las escuelas, las tendencias fugan; pero en el idioma o en la estética permanecen<br />

—esencia y forma— las huellas de los gr<strong>andes</strong> sacudimientos espirituales. El modernismo no fue<br />

simple peripecia verbal, pirotecnia estilística como piensan algunos; fue cosa mayor: proeza vital,<br />

mental, integral. Un nuevo modo de sentir y de expresar el mundo. El pensamiento americano no<br />

podía desprenderse totalmente del escolasticismo colonial, de la retórica y el romanticismo<br />

republicano. Liberales en política, positivistas en filosofía ¿qué puerta de salida tenían los<br />

escritores finiseculares para evolucionar en literatura? Vino pues el modernismo como camino de<br />

perfección. Si no se puede negar que parnasianos, simbolistas y otras escuelas europeas<br />

influyeron en el movimiento modernista de habla hispana, no es menos evidente que prosa y<br />

poesía despuntan personalísimas en América y en España.<br />

No se ha dado un estudio técnico, filológico y estilístico, por ejemplo —para dar un caso<br />

entre muchos— del modernismo de Franz Tamayo, verdadero renovador del idioma, en prosa y<br />

verso, que n punto a ciencia sintáxica, elaboración de voces nuevas, audacias metafóricas y<br />

deslumbramientos de imágenes, supera todo lo producido en su época.<br />

El modernismo poético tuvo muchos astros en América. Para gloria nuestra, dos bolivianos<br />

eminentes lo integran con brillo propio. Uno desconocido porque transcurrió altivo, solitario, lejano:<br />

Franz Tamayo. Otro familiar al continente: Ricardo Jaimes Freyre, que nada tiene que envidiar a<br />

Darío, o Chocano, a Lugones, a Herrera y Reissig.<br />

Ciertamente: hay en Jaimes Freyre versos como corceles que alcanzaron el carro<br />

vertiginoso del inmenso chorotega.<br />

Una didáctica para el pensamiento, una disciplina formal. El modernista no quiere ser sólo<br />

un renovador, un descubridor de orbes nuevos, sino el esteta implacable de lo perfecto. La palabra<br />

es verbo y norma, arquitectura y límite al mismo tiempo. El artista de vocación, de artesanía,<br />

severamente consagrado a su oficio aparece recién al despuntar el siglo XX en Sudamérica. Se<br />

busca la idea original, o al menos expresada desde ángulos nuevos: el refinamiento del gusto; la<br />

belleza del estilo. Más que invenciones líricas o delicuescencias estéticas, el artista persigue el<br />

sendito abscóndito del misterio creador: quiere alcanzar, con ardor pasional, el hechizo de la línea<br />

en la forma, la fuerza varonil de un meditar hermético que sólo vierte sus esencias más logradas.<br />

Detrás de la música de la palabra, asoma la bruma densa del pensamiento. Junto al culto<br />

pagano de la expresión, la filosofía escéptica, en cierto modo decadente, de las civilizaciones,<br />

entremezclando el designio cristiano con la impiedad atea. En el modernista no se puede emboscar<br />

el hombre detrás del artista, porque artista y hombre se vuelcan íntegros en el drama de la tensión<br />

inferior.<br />

Es él quien crea —dice agudamente Medinacelli— el verso musical y la prosa artística en<br />

América.<br />

Con el modernismo nació en Bolivia el artista de la expresión. Ya no basta tener algo por<br />

decir; hay que saber decirlo bien. Señores de su ideal, los escritores se alimentan de su propia<br />

elevación espiritual. Hay un cierto divorcio con el público, algo señorial, aristocrático, que rehuye la<br />

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