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de Nuestro Señor Jesucristo…<br />
El demonio que vive en mi cuerpo (¡Dios salve mi alma)<br />
que se irrita si rezo (y yo rezo de noche y de día<br />
pidiendo a la virgen sin mácula, a Santa María,<br />
que lo vuelva a su hórrido puesto<br />
en los negros abismos) mordía y rugía<br />
y aferraba a mi cuello sus uñas.<br />
Yo, de pronto, pensando en el gesto<br />
que haría el Maligno<br />
si tocaba la cruz venerable sus negras pezuñas,<br />
sentí que la risa<br />
retozaba por todo mi cuerpo;<br />
y el Maligno, a mis propios oídos<br />
cambiaba mi risa en profundos y largos gemidos.<br />
A mi lado el hermano Macario<br />
mascullaba sus últimos rezos,<br />
y entregaba su alma a los ángeles<br />
besando una cruz que trazó con su sangre en el suelo.<br />
Después una música suave llegó a mis oídos,<br />
una música suave y lejana y un canto lejano.<br />
¿Qué coro cantó aquella noche<br />
si el hermano Jacinto murió en la pelea<br />
y fue mal herido el hermano Cipriano<br />
que siempre la muerte provoca?<br />
Mas tarde arranqué de mi pecho la cruz y la puse en mi boca.<br />
Porque ví que la turba precita<br />
con figuras de cuervos llegaba volando y graznando.<br />
Y ardía en sus ojos redondos la llama maldita.<br />
Y vi a uno que siempre se esconde en mi celda,<br />
y que hiere de noche mi seno<br />
y deja en las llagas el negro veneno<br />
con que riega el jardín del pecado.<br />
Contra él hay un rezo y un signo. ¡Dios sea loado!<br />
Y vi a otro que vive en el foso<br />
que circunda y protege el convento,<br />
donde espía a las almas que pasan<br />
cuando el potro, la hoguera o la horca las libran del cuerpo.<br />
Y vi a otro que acecha en las rejas<br />
del confesionario,<br />
para oír los lamentos y quejas<br />
de los penitentes.<br />
A ese solo el hermano Matías espanta;<br />
es un cuervo que ríe y que llora, que gime y que canta.<br />
Cuando al alba el Abad con los cuatro novicios<br />
llegó al claro del bosque buscando mis pobres despojos,<br />
ya la hueste maldita me había arrancado los ojos;<br />
pero el alma está libre por siempre de sus maleficios.<br />
¡Dios sea loado!<br />
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