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efusión de las muchedumbres. Y en los poetas, además de las audacias técnicas y rítmicas, se<br />
advierte, nítido, el inmenso orgullo de crear un orbe propio. El poeta modernista no admite la órbita<br />
del satélite; quiere ser sol y padre de su sistema lírico.<br />
Ricardo Jaimes Freyre —genio y figura— es el típico representante del modernismo en<br />
Bolivia.<br />
Si su personalidad compleja se presta admirablemente para una biografía de esas<br />
naturalezas problemáticas que amaba Goethe, su poesía es intemporal: vibra para los tiempos.<br />
Es el primer aeda boliviano dueño de un orbe poético propio, intransferible, cuyo enigma<br />
interior no ha sido descifrado todavía. ¿Qué Heredia fue impecable en sus sonetos. Valencia el<br />
colombiano un artífice? Jaimes Freyre nada tiene que envidiarles. Fue también un mago del verso<br />
armonioso, un lapidario “flaubertiano” que talló incansablemente sus gemas.<br />
“CASTALIA BÁRBARA” —su mejor libro de poemas— puede medirse con la mejor<br />
producción lírica del continente.<br />
El verbo conciso, la forma precisa. Si el dibujo es fino y firme, la color exacta. Sintetismo<br />
estilístico que raya en maestría. La imagen y el matiz utilizados con delicadeza de orífice. Y a<br />
través del verso que tiene transparencia de diamante, bulle el vuelo dramático del pensamiento;<br />
porque el humanista boliviano no olvidó jamás, ni aun en los mayores transportes del esteta, la<br />
duda agónica del varón e indagaciones.<br />
Poeta del misterio, anhelante escrutador de las razones ultimas, el timbre apolíneo de su<br />
canto no esconde suficientemente la pesadumbre del pensador. No hay, en nuestra lírica tan cabal<br />
Maridaje de la idea y su expresión. Tamayo será más grande —hondo, impetuoso, irregular,<br />
altísimo— pero Jaimes le supera en sentido de proporción y hechizo de la línea.<br />
CASTALIA BÁRBARA — el libro comprende tres partes y sólo a su primer tercio se refiere<br />
el título— contiene toda la estética modernista. Bastaría sólo este poema bellísimo para consagrar<br />
al boliviano. Refiriéndose a “Aeternum Vale” que da sentido a todo el poema, esa profunda<br />
evocación en que el bardo ha querido simbolizar la derrota del mito nórdico por la verdad del<br />
Cristo, ha dicho Diez Canedo: “Es un “Gotterdammerung” orquestado con soberbia amplitud de<br />
ritmo.” A un músico le oí afirmar que parecían páginas escapadas de la batuta wagneriana.<br />
Se dirá que tema y personajes rebasan el tema nacional. Cierto. Mas ya Cerruto y<br />
Medinacelli hicieron notar que aun tomando el tema de la mitología escandaniva, en el fondo de<br />
esta poesía fuerte y hermosa late el sentimiento andino del cosmos y la tradición secular, Jaimes<br />
fue a buscar al bóreas los dioses indios que llevaba sin saberlo en el corazón. Es pues boliviano de<br />
contenido y de emoción, aunque haya buscado el exotismo de símbolos extraños, influido por una<br />
época de búsqueda y de evasión.<br />
El tríptico de “Medioevales” tiene claridad de fuente clásica: nada se pensó ni se expresó<br />
con mayor nitidez. El soneto “Entre la Fronda” es impecable: joya de antología para cualquiera<br />
literatura. “Los Antepasados” y “Los Charcas” delatan la emoción americana. Un rayo de luz:<br />
“Siempre”, La profecía del visionario —fue escrita en 1906— discurre en “Rusia”. Ruedan filosofías,<br />
metafísicas. Junto a combates métricos y deliquios de la imagen. ¡Qué angustia irremediable se<br />
adivina en el gran señor que amaba el esplendor del arte, para olvidar la sombra que lo habitaba!<br />
Tiene Jaimes el sentido de los volúmenes, la pasión depurador de la línea: construye con<br />
sabiduría arquitectónica. Tiene, sobre todo, una como natural jerarquía de espíritu que le permite<br />
ser siempre original en la manera de tratar un tema y en la forma de expresarlo. Pasan modas,<br />
estéticas, escuelas. Pero aunque no se acepten todos sus poemas, hay muchos que siempre<br />
gustarán.<br />
Místico y sibarita a un tiempo, que amó los goces del vivir y padeció todos los tormentos<br />
del pensar, en Jaimes Freyre la magia india se trasflora en orgullo y avidez universalista hispanos.<br />
Quiere ser, quiere quedar. Fue, quedó.<br />
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