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CAPÍTULO VI<br />
VERSOS DE PERÍODOS PROSÓDICOS DIFERENTES<br />
Períodos prosódicos diferentes son los formados por grupos desiguales de sílabas, pares<br />
unos, impares otros. Unidos carecen de ritmo y de harmonía.<br />
No obstante, puede afirmarse que es posible componer estrofas agradables con elementos<br />
tan poco armónicos. La revolución que produciría su empleo en el arte métrica no seria inferior a la<br />
que produjo la introducción de los metros italianos, en los comienzos de la edad moderna. ¿Sería<br />
igualmente plausible?<br />
El verso de períodos análogos, considerando aisladamente (su tipo es el endecasílabo) no<br />
tiene compás, pero tiene harmonía; el verso de períodos iguales (su tipo es el alejamiento) tiene<br />
compás y melodía; el de períodos diferentes no tiene ni compás ni melodía ni armonía.<br />
Su ley musical reside en la estrofa. Repetida dos, tres o más veces la misma combinación,<br />
el oído fino o educado descubre una coincidencia de acentos que constituye un ritmo lejano.<br />
Imagínese dos períodos tetrasílabos seguidos por uno pentasílabo.<br />
— — — — — — — — — — — — —<br />
Sigo a la náve que vacila sobre las olas.<br />
Evidentemente la melodía de los dos primeros períodos se rompe en el tercero. La<br />
impresión que se experimenta es la que produce un verso falso, con una sílaba de más. Pero<br />
manténgase el artificio en el verso siguiente y la armonía no tardará en manifestarse.<br />
Sigo a la náve que vacila sobre las ólas,<br />
Oigo a los vientos que quéjan entre las jarcias.<br />
La armonía del oído, que ya necesita algún esfuerzo para prever la vuelta de los acentos<br />
en los versos de períodos análogos, lo necesita un poco mayor para estas nuevas combinaciones.<br />
Las primeras no son populares, las últimas no lo serán jamás. Los oídos incultos encontrarán<br />
siempre escaso placer en los versos sin compás, en los que no están formados por un solo período<br />
o por períodos iguales.<br />
Sería necesario establecer, como regla para los versos de que habla este capitulo, un<br />
límite justo en el número de sus períodos; pero, como la armonía de la estrofa depende<br />
exclusivamente de lo que ha llamado la memoria del oído, dicho limite será el mismo que pueda<br />
asignarse a esta facultad. Se descubrirá el ritmo cuando se pueda prever la vuelta de la intensidad<br />
de voz que constituye el acento.<br />
Pero no es necesario conservar rigurosamente en la estrofa la combinación del primer<br />
verso; algunas ligeras variantes no son muy perceptibles (lo mismo que sucede en los períodos<br />
análogos, con la mezcla de las dos formas del endecasílabo común, por ejemplo: el de acento en<br />
4ª, 8ª y 10ª, y el de acento en 6ª y 10ª, pues es imposible desconocer que hay diferencia entre el<br />
ritmo que exige dos apoyos de intensidad acentual y el que exige tres, en el mismo número de<br />
sílabas).<br />
Sigo a la nave que vacila sobre las olas<br />
Oigo a los vientos que se quejan entre las jarcias,<br />
Y sobre el mástil veo posarse a la gaviotas.<br />
El esquema de estos tres versos es el siguiente:<br />
— — — — — — — — — — — — — —<br />
— — — — — — — — — — — — — —<br />
— — — — — — — — — — — — — —<br />
O sea 4 + 4+5 4+4+5 4+5+4<br />
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