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que el valor intrínseco de la Verdad está en nosotros.
Podremos observar fehacientemente cómo se abre nuestro mundo
interior, cómo aparecen esas simbólicas alas que nos permiten observar todo
nuestro entorno interior con una gran perfección y percepción de pensamiento.
Y, sobre todo, cuando estamos diciendo que no esperamos nada a
cambio, significa que tampoco vamos a esperar ni a pedir que se nos agradezcan
los servicios prestados.
Porque, amigos hermanos, ¿no creéis que ofrecer la ayuda a los demás,
ofrecerles nuestra mano dándoles esa ayuda, esa referencia, es ya para nosotros
un privilegio? ¿No creéis que si conscientemente entregamos nuestra ayuda, lo
será porque habremos comprendido el valor de esa ayuda, y que para nosotros
nos será un gran privilegio, un gran honor, el poder darla de nuestras propias
manos? ¿Qué más podemos pedir?
No vamos a pedir nada más, por supuesto, si realmente comprendemos
ese factor importante, cual es el saber que el cosmos nos ha dotado de la
facultad de entender que la ayuda a los demás es sinónimo de inteligencia, es
sinónimo también de bondad.
Y si el amor entra en nosotros y en nosotros anida el anhelo de ayuda a
los demás, ¿qué más podemos pedir?: el amor está en nosotros. Y si el amor
está en nosotros, en nosotros está Todo
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