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Nos daremos cuenta de que nuestra mente está abierta a todo.
Precisamente porque es capaz de estar en Todo. Porque además nuestra mente
profunda es la mente del Todo.
Y nos daremos cuenta también, al reconocernos, que no existe nada
absolutamente que nos frene, que nos ate, que nos obligue, que nos domine, que
nos controle. Somos el universo entero. Un universo que tanto está dentro de
una pequeña piedra como en todo el macro-universo, porque en el fondo todo es
lo mismo.
Cuando despertemos ya definitivamente de este sueño, veremos que en
realidad lo somos todo, y lo somos todo a voluntad. Somos la hoja del árbol, el
fruto, el propio árbol, una estrella, todas las estrellas. Somos Todo.
Esa concepción mental viene dada precisamente porque nuestras ondas
vibratorias se han unificado en la adimensionalidad. Y en la adimensionalidad
han proporcionado ese valor intrínseco que es el valor de la Unidad, que es lo
mismo que decir el valor de la Hermandad. Y precisamente por ser Hermandad
lo acoge y recoge Todo. Y en ese Todo está todo por supuesto, y estamos todos
nosotros en Él.
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