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de hecho esas energías que conforman todo nuestro pensamiento, la cerrazón
exclusiva hacia unos modelos clásicos de pensamiento hace que la asimilación
de nuevas energías y vibraciones no se efectúe a la velocidad y al compás
adecuado. Es decir, seguir una música distinta a la que se está orquestando en
este momento.
Si bien todo el mundo puede participar de esa nueva apertura mental, de
ese nuevo crisol en el que una gran masa crítica se reincorporará para ejercer su
derecho al funcionamiento y a la experiencia y existencia de las nuevas
sociedades armónicas, también habrá una parte de masa crítica que en el último
momento no se habrá incorporado, precisamente por esa misma cerrazón
mental totalmente personal y voluntaria.
No podemos establecer unos parámetros a través de la identificación de
energías negativas y positivas, de situaciones negativas y positivas. En realidad,
no tendríamos que conformar nuestros parámetros mentales en función de esa
polaridad positiva y negativa. Más bien, tendríamos que procurar que la
situación fluyera a través de nuestro pensamiento, no ejerciendo ninguna
decantación ni hacia un lado ni hacia otro.
Deberíamos mantenernos equilibradamente, coherentemente, y dejando
fluir nuestros pensamientos. Aceptando en cualquier circunstancia la situación
vivencial que en un determinado momento se produjera.
Esas energías, si bien nos afectarán físicamente a todos, no en todos va a
florecer esa llama de la espiritualidad en un compendio unitotal.
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