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diversos grupos. Iniciaciones que son una convalidación, una confirmación y un
acuerdo que ambas partes habremos tomado en un espacio adimensional.
En aquel espacio en el que siempre estamos reunidos y unidos. Un espacio
inmaculado en el que no existen divergencias ni puntos de vista distintos con
los que poder confundir al personal. Allí, mejor dicho, aquí donde estamos
ahora realmente, que es en la nave interdimensional, todos unidos bajo un
mismo criterio. Un criterio común que nos llama a la hermandad.
Nuestras réplicas auténticas, las que no tienen ninguna tara ni ninguna
deformación al nivel psicológico y mental, por lo tanto una mente lúcida y
transparente, están expectantes para conducir la sesión de hoy.
Todos sabemos que hace ya un tiempo empezamos el Décimo Pliego. Una época
dentro del grupo, y dentro de esta temporada en la que estamos vertiendo diría
que casi las últimas alforjas para alimentar debidamente a un espíritu inquieto.
Todos sabéis, pues, que estamos aquí no únicamente para distraernos con los
comunicados y las relaciones interdimensionales, y alguna que otra
experimentació n a un nivel trascendental, sino que estamos aquí porque
hemos adquirido un compromiso.
Y ese compromiso que hemos adquirido, todos por supuesto, está validándose
completamente. Siguiendo un camino sin camino, pero con un objetivo muy
claro, cual es la regeneración psicológica a través de la transmutación. Este es
un camino, pues, difícil, de mucho equilibrio, de mucha armonía y de mucha
paz.
Creemos que con lo que se ha dado en nuestras charlas, desde el inicio en el que
mi persona se presentó a todos vosotros, ha sido suficiente como para que todos
los interesados tengáis una idea muy concreta de lo que se cuece en todos los
estados psicológicos y mentales. Incluido ese espacio tridimensional en el que
burdas réplicas, de lo que antaño fueron relucientes personalidades, están
abocadas a un sentimiento común de unidad.
En esa unidad nos proponemos manifestar algo de lo que hemos hablado ya en
anteriores ocasiones, cual es la humildad. Y no voy a repetirme en ese aspecto
porque realmente quién esté interesado en la transformació n de su psicología,
y en una apertura mental sin límites, sabrá reconocer en todo ese conocimiento
vertido a lo largo de estos años lo que le interesa hacer.
Somos sembradores. En este “somos” estamos todos, incluidos los aquí
presentes. Somos sembradores cósmicos, y además conscientes de que vamos
lanzando semillas a diestro y siniestro.
Muchas de ellas caen en mala tierra, no fructifican. No se pierden pero se
inmovilizan. Otras, muy pocas, florecen y dan su fruto a la sombra de un gran
castaño. Ese castaño cósmico que a todos nos da sombra, vigor y fortaleza.
Aunque en nuestra intención, y la vuestra también, de lanzar semillas hacia
todos los espacios, semillas a través de un pensamiento que inunda campos
morfogenéticos, por lo tanto todos y cada uno, tenemos la oportunidad de que
dicha semilla florezca en nuestro interior y en el de todos, no obstante ello,
como digo, muchas se pierden momentáneamente.
Y somos muy conscientes de ello, tanto, como para reforzar la palabra del Gran
Maestro cuando dice que muchos serán los llamados y pocos los elegidos o
escogidos. Esta es una gran verdad cósmica, porque indudablemente no todo el
mundo, partiendo desde el mismo principio, y digo, partiendo del principio
mismo, y siendo por tanto iguales, no todos estamos en un mismo instante
presentes.
En esa presencia que inunda nuestra real presencia hay momentos, hay
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