09.05.2013 Views

www.elortiba.org LAS COSMICOMICAS (1965) Italo Calvino La ...

www.elortiba.org LAS COSMICOMICAS (1965) Italo Calvino La ...

www.elortiba.org LAS COSMICOMICAS (1965) Italo Calvino La ...

SHOW MORE
SHOW LESS

You also want an ePaper? Increase the reach of your titles

YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.

Estos úos eran tres, para ser exactos: una tía y dos tíos, los tres largos largos y<br />

prácticamente idénticos; nunca se entendió bien quién de ellos era marido o hermano de<br />

quién, ni tampoco cuál era exactamente su relación de parentesco con nosotros: en aquellos<br />

tiempos muchas eran las cosas que se mantenían en la vaguedad.<br />

Comenzaron a irse uno por uno, los tíos, cada cual en una dirección diferente, hacia<br />

el cielo negro, de vez en cuando, como para mantener el contacto, decían: –¡O! ¡O! –Y todo<br />

lo hacían así: no sabían proceder con un mínimo de método.<br />

Apenas se han ido los tres y sus ¡O! ¡O! ya se oyen desde puntos lejanísimos, cuando<br />

deberían estar todavía allí, a pocos pasos. Y se oyen también algunas exclamaciones que<br />

no sabíamos qué querían decir: –¡Pero aquí hay el vacío! –¡Pero por aquí no se pasa! –¿Y<br />

por qué no vienes aquí? –¿Dónde estás? –¡Salta, hombre! –¡Y qué es lo que salto, vamos! –<br />

¡Desde aquí se vuelve atrás! –En fin, no se entendía nada, salvo el hecho de que entre<br />

nosotros y aquellos tíos se iban ensanchando enormes distancias.<br />

<strong>La</strong> tía, que había sido la última en irse, se desgañitaba en un discurso más razonado:<br />

–Y yo ahora me quedo sola encima de esta cosa que se ha separado...<br />

Y las voces de los dos tíos, debilitadas ahora por la distancia, que repetían: –Tonta...<br />

Tonta... Tonta...<br />

Estábamos escrutando esa oscuridad atravesada de voces, cuando sucedió el<br />

cambio: el único gran cambio verdadero al que me ha sido dado asistir, en comparación con<br />

el cual el resto no es nada. En resumen: eso que empezó en el horizonte, esa vibración que<br />

no se parecía a lo que entonces llamábamos sonidos, ni a las nombradas ahora con el "se<br />

toca", ni a otras; una especie de ebullición seguramente lejana y que al mismo tiempo<br />

acercaba lo que estaba lejos; en fin, de pronto toda la oscuridad fue oscuridad en contraste<br />

con otra cosa que no era oscuridad, es decir, la luz. Apenas se pudo hacer un examen más<br />

detenido del estado de cosas, resultó que había: primero, el cielo oscuro como siempre pero<br />

que empezaba a no serlo; segundo, la superficie en que nos encontrábamos, toda gibosa y<br />

encostrada, de un hielo sucio que daba asco y que iba derritiéndose rápido porque la<br />

temperatura subía a toda máquina; y tercero, aquello que después llamaríamos una fuente<br />

de luz, es decir, una masa que se iba poniendo incandescente, separada de nosotros por un<br />

enorme espacio vacío, y que parecía probar uno por uno todos los colores en vibraciones<br />

tornasoladas. Y además, allí en medio del cielo, entre nosotros y la masa incandescente, un<br />

par de islotes iluminados y vagos que giraban en el vacío llevando encima a nuestros tíos u<br />

otra gente, reducidos a sombras lejanas y que emitían una especie de gañido.<br />

Lo más, entonces, estaba hecho: el corazón de la nébula, al contraerse, había<br />

desarrollado calor y luz, y ahora había el Sol. Todo el resto seguía rodando alrededor<br />

dividido y agrumado en varios pedazos: Mercurio, Venus, la Tierra, otros más allá, y lo que<br />

estaba, estaba. Y además, hacía un calor de reventar.<br />

Nosotros, allí, con la boca abierta, de pie, menos el señor Hnw que aún seguía en<br />

cuatro patas, por prudencia. Y mi abuela, riéndose. Ya lo dije: la abuela Bb'b era de la época<br />

de la luminosidad difusa, y durante todo aquel tiempo oscuro había seguido hablando como<br />

si de un momento a otro las cosas tuvieran que volver a ser iguales que antes. Ahora le<br />

parecía que había llegado su momento; por un instante había querido hacerse la indiferente,<br />

la persona para la cual todo lo que sucede es perfectamente natural; después, como no le<br />

hacíamos caso, había empezado a reírse y a apostrofarnos: –Ignorantes... Más que<br />

ignorantes...<br />

Pero no era de buena fe, a menos que la memoria ya no le funcionase tan bien. Mi<br />

padre, basándose en lo poco que entendía, le dijo, siempre con cautela:<br />

–Mamá, ya sé en qué está pensando, pero éste parece realmente un fenómeno<br />

distinto... –Y señalando el suelo–: ¡Mirad abajo! –exclamó.<br />

Bajamos los ojos. <strong>La</strong> Tierra que nos sostenía aún era un amasijo gelatinoso, diáfano,<br />

que se iba poniendo cada vez más sólido y opaco, empezando por el centro, donde iba<br />

espesándose una especie de yema de huevo; pero nuestras miradas conseguían todavía<br />

atravesarla de lado a lado, iluminada por aquel Sol primero. Y en medio de esa especie de<br />

burbuja transparente veíamos una sombra que se movía como nadando y volando. Y<br />

nuestra madre dijo:<br />

11

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!