03.10.2012 Views

Artaud antonin - heliogabalo o el anarquista coronado

Artaud antonin - heliogabalo o el anarquista coronado

Artaud antonin - heliogabalo o el anarquista coronado

SHOW MORE
SHOW LESS

You also want an ePaper? Increase the reach of your titles

YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.

Librodot H<strong>el</strong>iogábalo o <strong>el</strong> <strong>anarquista</strong> <strong>coronado</strong> Antonin <strong>Artaud</strong><br />

sus exaltaciones los adoradores d<strong>el</strong> falo solar, que en esto le dan la mano a los devoradores de<br />

menstruaciones lunares.<br />

Por lo tanto no es <strong>el</strong> coito, sino la muerte, y la muerte en la luz desesperante, en la caída<br />

de una parte de dios, cuya figura impotente rev<strong>el</strong>an todas esas r<strong>el</strong>igiones iniciáticas, impotente y<br />

malvada a la vez, como un oro que, para mostrar su soberanía en <strong>el</strong> terreno de la baja realización,<br />

vería desprenderse una parte de sí mismo con <strong>el</strong> peso d<strong>el</strong> plomo.<br />

Y todo esto, que rev<strong>el</strong>a <strong>el</strong> carácter espantoso de una r<strong>el</strong>igión no obstante monoteísta,<br />

prueba que Dios mismo es más que lo que de él se hace.<br />

Allí donde las pirámides de Egipto, con sus triángulos construidos, son un llamado a la<br />

luz blanca, en <strong>el</strong> centro subterráneo d<strong>el</strong> templo de Emesa es preciso pensar en una especie de<br />

filtro triangular, un filtro para la sangre humana.<br />

La sangre de los sacrificios de arriba no puede perderse en las cloacas comunes; no debe<br />

llegar a las aguas primitivas d<strong>el</strong> mar mezclada con las ordinarias deyecciones humanas: orina,<br />

sudor, esperma, escupitajos o excrementos. Y bajo <strong>el</strong> templo de Emesa hay un sistema de cloacas<br />

especiales, donde la sangre d<strong>el</strong> hombre se une al plasma de ciertos animales.<br />

Por esas cloacas en forma de espiral ardiente, cuyo círculo disminuye a medida que<br />

avanzan en las profundidades d<strong>el</strong> su<strong>el</strong>o, esa sangre de seres sacrificados con los ritos requeridos<br />

va a llegar a los rincones sagrados de la tierra, a los primitivos filones geológicos, a los<br />

estremecimientos coagulados d<strong>el</strong> caos. Esa sangre pura, esa sangre aligerada y sutilizada por los<br />

ritos, y que se hizo placentera para <strong>el</strong> dios de abajo, rocía a los dioses rugientes d<strong>el</strong> Erebo, cuyo<br />

hálito termina de purificarla.<br />

Ahora, de la punta de su falo al último circuito de sus cloacas solares, <strong>el</strong> templo, con las<br />

protuberancias de sus nichos, de sus fuentes, de sus bajorr<strong>el</strong>ieves, de sus piedras vibrantes<br />

plantadas como clavos en los muros, está totalmente incluido en una especie de inmenso círculo,<br />

que corresponde al círculo espasmódico d<strong>el</strong> ci<strong>el</strong>o.<br />

Allí, en <strong>el</strong> centro de ese círculo ilusorio, y como en <strong>el</strong> punto viviente de una t<strong>el</strong>a en <strong>el</strong><br />

minuto en que se sostiene la araña, es donde se encuentra la cámara d<strong>el</strong> filtro semejante a un<br />

triángulo invertido. Y la punta hueca d<strong>el</strong> filtro corresponde en sentido inverso a la punta d<strong>el</strong> falo<br />

de arriba.<br />

En esta cámara cerrada, sólo <strong>el</strong> gran sacerdote desciende con una cuerda, como un cubo<br />

en las profundidades de un pozo.<br />

Se lo baja una vez al año, a medianoche, en medio de un acompañamiento de ritos<br />

extraños en los que <strong>el</strong> sexo físico d<strong>el</strong> hombre adquiere una importancia desmesurada.<br />

Ese triángulo tenía en sus bordes una especie de adarve cerrado por una gruesa baranda.<br />

Y a ese adarve daban otras cámaras, sin salida hacia la luz exterior, pero en las cuales durante<br />

siete días, en un período que corresponde a las Saturnales griegas o romanas, se ejecutaban<br />

atroces matanzas.<br />

Vu<strong>el</strong>vo ahora a H<strong>el</strong>iogábalo que es joven y se divierte. De tiempo en tiempo lo visten. Lo<br />

arrojan sobre los p<strong>el</strong>daños d<strong>el</strong> templo, le hacen ejecutar ritos que su cerebro no comprende.<br />

Oficia con seiscientos amuletos que crean zonas en su cuerpo. Da vu<strong>el</strong>tas alrededor de los<br />

altares consagrados a los dioses y a las diosas; se impregna de ritmos, cantos, olores y múltiples<br />

ideas; y llega <strong>el</strong> día en que todo eso se reúne, en que la sangre d<strong>el</strong> sol sube como rocío en su<br />

cabeza, y cada gota de rocío solar se vu<strong>el</strong>ve energía e idea.<br />

Es demasiado fácil decir que fue Julia Mesa, la rata o <strong>el</strong> azufre, la que condujo toda la<br />

intriga destinada a poner a H<strong>el</strong>iogábalo en <strong>el</strong> trono de los Césares romanos. Todos aqu<strong>el</strong>los que<br />

triunfaron en la vida e hicieron hablar de <strong>el</strong>los, no hay duda que tenían algo; y los que, como<br />

H<strong>el</strong>iogábalo, llegaron a ofuscar a la Historia, tenían cualidades que habrían podido cambiar <strong>el</strong><br />

curso de la misma si las circunstancias hubiesen estado a su favor.<br />

17<br />

Librodot<br />

17

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!