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Artaud antonin - heliogabalo o el anarquista coronado

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Librodot H<strong>el</strong>iogábalo o <strong>el</strong> <strong>anarquista</strong> <strong>coronado</strong> Antonin <strong>Artaud</strong><br />

mujer y permanece hombre eternamente.<br />

2° D<strong>el</strong> Rey Solar cuyo hombre acepta de mala gana ser <strong>el</strong> yo humano. Que escupe sobre<br />

<strong>el</strong> hombre y termina por arrojarlo a la cloaca.<br />

Porque un hombre no es un rey, y para él y como rey, rey solitario, dios encarnado, vivir<br />

en este mundo es una caída y una extraña destitución.<br />

H<strong>el</strong>iogábalo absorbe a su dios; se come a su dios como <strong>el</strong> cristiano se come al suyo; y en<br />

su organismo separa sus principios; en las dobles cavidades de su carne despliega ese combate de<br />

principios.<br />

Y esto es lo que Lampridio, historiador de la época, no comprendió.<br />

“Se casó con una mujer, la tímida Corn<strong>el</strong>ia Paula, y consumó, dice, <strong>el</strong> matrimonio.”<br />

Este historiador se asombra de que H<strong>el</strong>iogábalo pueda acostarse con una mujer, pueda<br />

penetrar normalmente a una mujer; aqu<strong>el</strong>lo que en <strong>el</strong> caso de un pederasta nato sería una extraña<br />

inconsecuencia y una especie de traición orgánica respecto de su pederastia, en <strong>el</strong> caso de<br />

H<strong>el</strong>iogábalo prueba que ese pederasta r<strong>el</strong>igioso y precoz es consecuente con sus ideas.<br />

Pero lo que aparece en esta imagen cambiante, en esta naturaleza fascinante y doble que<br />

desciende de Venus encarnada, y en su prodigiosa inconsecuencia sexual –imagen misma de la<br />

más rigurosa lógica de la int<strong>el</strong>igencia-, mucho más que <strong>el</strong> Andrógino, es la idea de la<br />

ANARQUIA.<br />

H<strong>el</strong>iogábalo es un <strong>anarquista</strong> nato, que soporta de mala gana la corona, y todos sus actos<br />

de rey son actos de <strong>anarquista</strong> nato, enemigo público d<strong>el</strong> orden, o sea de un enemigo d<strong>el</strong> orden<br />

público; pero su anarquía primero la practica en sí mismo y contra sí mismo, la anarquía que<br />

introduce en <strong>el</strong> gobierno de Roma, puede decirse que la predica con <strong>el</strong> ejemplo y que pagó por<br />

<strong>el</strong>la <strong>el</strong> precio debido.<br />

Cuando <strong>el</strong> coribante se corta <strong>el</strong> miembro, y le arrojan un vestido de mujer, en este rito yo<br />

veo <strong>el</strong> deseo de terminar con cierta contradicción, de reunir de un golpe al hombre y la mujer, de<br />

combinarlos, de fundirlos en uno y de fundirlos en <strong>el</strong> macho y por <strong>el</strong> macho. Ya que <strong>el</strong> macho es<br />

<strong>el</strong> Iniciador.<br />

Poco faltó, dicen los historiadores, para que también H<strong>el</strong>iogábalo se hiciera cortar <strong>el</strong><br />

miembro.<br />

Si <strong>el</strong> hecho es cierto, habría en <strong>el</strong>lo un grave error de parte de H<strong>el</strong>iogábalo; y yo pienso<br />

que los historiadores de la época que no entendían nada de poesía, y menos aún de metafísica,<br />

han debido tomar falso por verdadero y la simulación d<strong>el</strong> hecho por medio d<strong>el</strong> rito por un acto<br />

realizado.<br />

Que algunos hombres disgregados, sacerdotes, coribantes sin importancia, se entreguen a<br />

un acto que acaba con <strong>el</strong>los, hay por cierto en ese acto con qué dar fuerza al valor d<strong>el</strong> rito, pero<br />

Elagabalus, <strong>el</strong> Sol sobre la tierra, no puede perder <strong>el</strong> signo solar, sólo puede operar en lo<br />

abstracto.<br />

En <strong>el</strong> sol está la guerra, Marte, <strong>el</strong> sol es un dios guerrero; y <strong>el</strong> rito d<strong>el</strong> coribante es un rito<br />

de guerra: <strong>el</strong> hombre y la mujer fundidos en la sangre, al precio de la sangre.<br />

Tanto como en la otra, en la guerra abstracta, sangre irreal e imaginada, sino sangre<br />

verdadera, y que ha corrido, que puede correr; y si H<strong>el</strong>iogábalo no la derramó por la defensa d<strong>el</strong><br />

territorio, con <strong>el</strong>la pagó su poesía y sus ideas.<br />

Toda la vida de H<strong>el</strong>iogábalo es anarquía en acto, ya que Elagabalus, <strong>el</strong> dios unitario, que<br />

reúne al hombre y la mujer, los polos hostiles, <strong>el</strong> UNO y <strong>el</strong> DOS, es <strong>el</strong> fin de las contradicciones,<br />

la <strong>el</strong>iminación de la guerra y de la anarquía, pero por la guerra, y también, en esta tierra de<br />

contradicción y desorden, es la ejecución de la anarquía. Y la anarquía, al punto que la lleva<br />

H<strong>el</strong>iogábalo, es poesía realizada.<br />

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