Artaud antonin - heliogabalo o el anarquista coronado
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Librodot H<strong>el</strong>iogábalo o <strong>el</strong> <strong>anarquista</strong> <strong>coronado</strong> Antonin <strong>Artaud</strong><br />
Más que <strong>el</strong> gusto, más que la luz, más que <strong>el</strong> tacto, más que la emoción pasional, más que<br />
la exaltación d<strong>el</strong> alma enaltecida por las razones más puras, es <strong>el</strong> sonido, la vibración acústica,<br />
lo que explica <strong>el</strong> gusto, la luz, y la conmoción de las pasiones más sublimes. Si <strong>el</strong> origen de lo<br />
sonidos es doble, todo es doble. Y aquí comienza <strong>el</strong> enloquecimiento. Y la anarquía que<br />
engendra la guerra y la masacre de los partidarios. Y si hay dos principios, uno es macho y <strong>el</strong><br />
otro hembra.<br />
Pero –y es ésta la razón de la guerra-, los partidarios d<strong>el</strong> Macho no creen la coexistencia<br />
de los principios, y para <strong>el</strong>los <strong>el</strong> Macho int<strong>el</strong>igible permanece solo, en <strong>el</strong> origen de todo.<br />
Y en un país como la India donde se cree en la preeminencia de un principio único de<br />
naturaleza macho, <strong>el</strong> cisma de Irshú representa en una época antehistórica la reb<strong>el</strong>ión de los<br />
partidarios de la mujer conducidos por Irshú contra los partidarios d<strong>el</strong> hombre conducidos por<br />
Tarak’hyan, hermano de Irshú.<br />
La guerra concluye con <strong>el</strong> aplastamiento de la mujer cuyos partidarios retornan en<br />
desorden a un espacio inmenso, y se quedan varados en los bordes d<strong>el</strong> Mediterráneo.<br />
Con <strong>el</strong> correr d<strong>el</strong> tiempo su nombre se altera; y de Palli que eran ( o los Pastores) se<br />
convierten en Yoni (la Vagina), y finalmente Pinkshas (los Rojos), por <strong>el</strong> nombre de las<br />
menstruaciones que se reparten en inconfesables comidas.<br />
Rojo, alteración d<strong>el</strong> amarillo de los fluidos menstruales, ese es <strong>el</strong> origen de la púrpura de<br />
Tiro, famosa en toda la antigüedad.<br />
APÉNDICE II<br />
LA RELIGIÓN DEL SOL EN SIRIA<br />
Y para terminar así es como yo interpreto la acumulación de templos, sus cultos<br />
antagónicos, la respiración de las piedras, las extirpaciones sangrientas, la carrera de los<br />
coribantes, <strong>el</strong> aullido de los oráculos, los gruñidos d<strong>el</strong> ci<strong>el</strong>o, y todo ese ruido sagrado que sigue<br />
haciendo, doscientos años después de Cristo, la Siria de H<strong>el</strong>iogábalo, cuyo c<strong>el</strong>o casi satánico<br />
tiembla en medio de los ritos de sangre.<br />
La r<strong>el</strong>igión de Emesa era mágica porque conservó, de manera concreta, la noción de los<br />
grandes principios. Y <strong>el</strong> Paganismo, en su sentido inciático y superior, representa la<br />
preocupación por los grandes principios que aún siguen girando y viviendo en la sangre de los<br />
individuos. Y la noción de los principios es la noción de la guerra que en los orígenes han debido<br />
hacerse los principios para estabilizar la creación.<br />
El Paganismo, en sus ritos y c<strong>el</strong>ebraciones, reproduce <strong>el</strong> Mito de la creación primera y<br />
completa, de la cual <strong>el</strong> Cristianismo –que exalta la Redención- no c<strong>el</strong>ebra más que una parte, y<br />
solamente en <strong>el</strong> plano histórico, mientras que <strong>el</strong> Paganismo la c<strong>el</strong>ebra totalmente y en su<br />
principio.<br />
Y la r<strong>el</strong>igión pederástica de H<strong>el</strong>iogábalo, que es la r<strong>el</strong>igión de la separación d<strong>el</strong> principio,<br />
no es repugnante sino porque ha perdido esta noción trascendente, para hundirse en <strong>el</strong> erotismo<br />
de la creación en acto y sexualizada.<br />
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