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Artaud antonin - heliogabalo o el anarquista coronado

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Librodot H<strong>el</strong>iogábalo o <strong>el</strong> <strong>anarquista</strong> <strong>coronado</strong> Antonin <strong>Artaud</strong><br />

ardiente, explosiva y violenta, y amarilla como una enfermedad d<strong>el</strong> hígado. La primera, Julia<br />

Domna, es un sexo con cabeza, y la segunda una cabeza que no carece de sexo.<br />

El año en que comienza esta historia, <strong>el</strong> año 960 y pico de la declinación d<strong>el</strong> Latium, d<strong>el</strong><br />

desarrollo separado de ese pueblo de esclavos, comerciantes, piratas, incrustado como ladilla en<br />

la tierra de los etruscos; que desde <strong>el</strong> punto de vista espiritual no hizo otra cosa que chuparle la<br />

sangre a los demás; que nunca tuvo otra idea sino defender sus tesoros y cofres con preceptos<br />

morales, este año 960 y pico, que corresponde al año 179 d<strong>el</strong> reino de Jesucristo, Julia Domna, la<br />

abu<strong>el</strong>a, podía tener dieciocho años, y su hermana trece, y digamos de una vez que pronto estarían<br />

en edad de casarse. Pero Julia Domna se asemejaba a una piedra lunar, y Julia Mesa al azufre<br />

achicharrado al sol.<br />

Yo no pondría mi mano en <strong>el</strong> fuego asegurando que ambas fueran vírgenes, eso habría<br />

que preguntárs<strong>el</strong>o a sus hombres, es decir, por la Piedra Lunar, a Septimio Severo, y por <strong>el</strong><br />

Azufre, a Julius Barbakus Mercurius.<br />

Desde <strong>el</strong> punto de vista geográfico, siempre existía esa franja de barbarie alrededor de lo<br />

que se ha dado en llamar <strong>el</strong> Imperio Romano, y en <strong>el</strong> Imperio Romano hay que incluir a Grecia<br />

que, históricamente, inventó la idea de barbarie. Y desde ese punto de vista nosotros, gente de<br />

Occidente, somos los dignos hijos de esa madre estúpida, puesto que para nosotros los<br />

civilizados somos nosotros mismos, y todo <strong>el</strong> resto, que da la medida de nuestra universal<br />

ignorancia, se identifica con la barbarie.<br />

No obstante, <strong>el</strong> hecho es que todas las ideas que impidieron la muerte inmediata de los<br />

mundos romano y griego, su caída en una ciega bestialidad, justamente vinieron de esta franja<br />

bárbara; y <strong>el</strong> Oriente, lejos de traer sus enfermedades y su malestar, permitió conservar <strong>el</strong><br />

contacto con la Tradición. Los principios no se encuentran, no se inventan; se conservan, se<br />

comunican; y existen pocas operaciones en <strong>el</strong> mundo más difíciles que conservar la noción, a la<br />

vez diferente y fundada en <strong>el</strong> organismo, de un principio universal.<br />

Todo esto sirve para señalar que desde <strong>el</strong> punto de vista metafísico, <strong>el</strong> Oriente siempre<br />

estuvo en un estado de tranquilizadora ebullición; que las cosas jamás se degradan por su causa;<br />

y que <strong>el</strong> día en que la cáscara de los principios se encoja allí irremediablemente, la cara d<strong>el</strong><br />

mundo también se encogerá, y todas las cosas estarán cerca de su ruina; y ese día ya no me<br />

parece lejano.<br />

Julia Domna y Julia Mesa nacieron en medio de esta barbarie metafísica, de este<br />

desbordamiento sexual que en la misma sangre se encarniza en hallar <strong>el</strong> nombre de Dios.<br />

Nacieron d<strong>el</strong> esperma ritual de un parricida, Basianus, al que yo no puedo ver de otro modo que<br />

con la forma de una momia.<br />

Este parricida clavó su miembro en <strong>el</strong> comprimido reino de Emesa , que en un principio<br />

no era un reino sino un sacerdocio; y todo eso, reino, sacerdocio, sacerdotes y sacerdote rey a la<br />

cabeza, jura estar inyectado de materia lívida, estar hecho de oro y descender en línea recta d<strong>el</strong><br />

Sol.<br />

Pero un día, este sacerdocio que manejaba preceptos y que balbuceaba principios como se<br />

manejan al azar y sin ninguna ciencia alfileres o fu<strong>el</strong>les, este sacerdocio que quizá llevaba en su<br />

interior algo divino, pero que ya no sabía dónde se encontraba, en <strong>el</strong> que lo divino estaba<br />

aplastado, reducido a nada como <strong>el</strong> pequeño reino de Emesa entre <strong>el</strong> Líbano, Palestina,<br />

Capadocia, Chipre, Arabia y Babilonia, o como <strong>el</strong> plexo solar está aplastado en nuestros<br />

organismos de occidentales,; este sacerdocio vacuno de Emesa, Vacuno, es decir mujer, y mujer,<br />

es decir cobarde, maleable, abofeteado y esclavizado; que no hubiera podido conquistar su<br />

realeza visible a fuerza de puños, sino que se hallaba a su gusto en una atmósfera de facilidad y<br />

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