estructura de vida de la mujer adulta joven que labora en la ...

eclutamiento que todavía lo quiero mucho, se llama Machucho, Machucho me cogió la
mano porque él fue el que nos trajo, nos llevó allá a Tolemaida, el me cogió la mano y
me dijo, no china quédese, quédese me dijo, quédese hasta cuando ya la echen, la boten
porque ya las demás están uniformadas, quédese. Efectivamente como a la hora el señor
que yo le estaba llorando apareció uniformado. Fue como un ángel, yo no sé, apareció
uniformado y era el subdirector de la Escuela. Y apareció con el Director, era un
Coronel Beltrán Beltrán Gabriel y apareció con el Director que es hoy en día mi
General Díaz, aparecieron los dos que ningún nombre de ningún general le iban a
pisotear su escuela, su escuela bla uy, y todas entran al curso y todas entran al curso y la
que se quedó de malas, se quedó. Claro pues las recomendadas entraron a primeras de
curso, se fueron a descansar al alojamiento, me acuerdo que entré al examen de sistemas,
entré a las dos y media de la mañana fue una semana de trasnocho impresionante
dormíamos ahí en el cajón de arena. Bueno resultado satisfactorio. Y listo al otro día dije
ya de acá si no paso pues ya me voy como el perro con el rabo entre las piernas
efectivamente llamaron lista y yo sabía si decir, presente aquí estoy, yo no sabía, las más
milicianas comenzaron a llamarlas firmes mi Coronel, firmes mi Coronel, y yo pues
digamos eso y si me llamaron en las listas firmes Coronel pase allá donde las escogidas
y bueno acá estoy paso un año y cuando ascendí uch. Empezando, terrible me acuerdo
que el primer Viernes yo que soy una Magdalena lloré mis amigos ahorita están
rumbiando pasándola rico Pausa. Comencé la necesidad de ir a tomar Pausa de no
ahorita se están tomando una rica Costeña helada yo aquí aguantando frío lavando
baños que locura, pero como a mí las locuras me gustaban yo decía pues vamos, cuando
nos trajeron los uniformes camuflados no, yo casi me enloquezco, yo ah un uniforme
camuflado una de nuestras compañeras ya era soldado entonces nos enseñó a atalajarnos