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Descarga Manual del Curso (PDF) - Acción Juvenil

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“Introducción a la JODCA”<br />

ofrecérselos al conjunto de la sociedad. El régimen anterior –<br />

afianzado con una ideología arrogante e intolerante- redujo al ser humano a una fuerza<br />

productiva y la naturaleza lo convirtió en una herramienta de producción. De este modo,<br />

atacó no sólo a la esencia misma de ambos como a la relación que los vincula. Convirtió a<br />

personas autónomas y de gran talento, que trabajaban con destreza en su propio país, en<br />

tuercas y tornillos de una maquinaria monstruosamente grande, ruidosa y pestilente, cuyo<br />

significado real nadie comprende. Ésta no puede más que desgastarse lenta pero<br />

inexorablemente, tanto a sí misma como a todos sus tornillos y tuercas.<br />

Cuando hago referencia a un entorno moral contaminado, no me refiero sólo a esos hombres<br />

que comen verduras orgánicas y no miran al exterior desde su ventana. Hablo de nosotros<br />

mismos. Todos nos habíamos acostumbrado al sistema totalitario, lo habíamos aceptado<br />

como un hecho inalterable y, por tanto, contribuíamos a perpetuarlo. Dicho de otro modo,<br />

todos –si bien, lógicamente, en diferente grado- somos responsables <strong>del</strong> funcionamiento de la<br />

maquinaria totalitaria; nadie es sólo su víctima, todos somos partícipes también de su<br />

creación.<br />

¿Por qué digo esto? Sería poco razonable comprender el triste legado de los últimos<br />

cuarenta años como algo que nos es ajeno, algo que nos ha dejado en herencia un pariente<br />

lejano. Por el contrario, debemos aceptar este legado como un pecado que cometimos contra<br />

nosotros mismos. Al aceptarlo así, comprenderemos que es sólo nuestra responsabilidad, y<br />

de nadie más, hacer algo para solucionarlo. No culpemos de todo a los antiguos gobernantes,<br />

no sólo porque sería falso, sino también porque podría adormecerse el deber al que cada uno<br />

de nosotros se enfrenta hoy, es decir, la obligación de actuar de forma independiente, con<br />

libertad, de forma razonable y rápida. No nos engañemos: el mejor gobierno <strong>del</strong> mundo, el<br />

mejor parlamento y el mejor presidente por sí solos poco pueden lograr. Sería igual de<br />

erróneo esperar una solución general que proviniera sólo de ellos. La libertad y la democracia<br />

implican participación y, por tanto, la responsabilidad de todos los ciudadanos.<br />

Si somos conscientes de esto, todos los horrores que la nueva democracia checoslovaca ha<br />

heredado dejarán de parecernos tan horrorosos. Si somos conscientes de esto, en nuestro<br />

corazón renacerá la esperanza.<br />

Al realizar el esfuerzo necesario para enderezar los asuntos de interés común, tenemos algo<br />

en que apoyarnos. En estos últimos tiempos –y, de forma especial, en las últimas seis<br />

semanas de nuestra revolución pacífica- ha surgido un enorme potencial espiritual, moral y<br />

humano, y se ha despertado la cultura cívica, adormecidos en nuestra sociedad bajo la<br />

máscara impuesta de la apatía. Cada vez que alguien declaraba categóricamente que<br />

éramos esto o lo otro, yo siempre objetaba que la sociedad es una criatura muy misteriosa y<br />

que no es acertado confiar tan sólo en la cara que te presenta. Me alegra ver que no me<br />

equivocaba. En todo el mundo, la gente se pregunta dónde encontraron los ciudadanos de<br />

Checoslovaquia, dóciles, humillados y escépticos en apariencia, esa fuerza maravillosa para<br />

deshacerse en pocas semanas de la carga <strong>del</strong> yugo autoritario y cómo lo hicieron de forma<br />

tan pacífica y decente. Preguntémonos de dónde saco la gente joven, que nunca había<br />

conocido otro sistema, el deseo de alcanzar la verdad, el amor por la libertad de<br />

pensamiento, sus ideas políticas, su valor cívico y su prudencia cívica. ¿Cómo es que sus<br />

padres –la generación que se consideraba perdida- se unieron a ellos? ¿Cómo es que tanta<br />

gente supo qué hacer de forma tan rápida, y nadie necesitó ni consejos ni órdenes?<br />

Masaryk basó su política en la moralidad. Intentemos, en esta época y de una forma nueva,<br />

restaurar ese concepto de la política. Aprendamos, y enseñemos a los demás, que la política<br />

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